05/04/2011

Operación Recuerdo: El Día Del Periodista Dominicano

Por Reginaldo Atanay


Reginaldo Atanay
“Al querido hermano y gran poeta Juan Sánchez Lamouth que se metió dos o tres pastelitos en uno de los bolsillo del saco; eso lo hacía “pa’fuñil la paciencia”, según decía. El poeta nos honró poniendo como prefacio en uno de sus libros, un artículo crítico que sobre su obra, publicamos en El Caribe.”


Fort Lauderdale. (Atanay.Com).-Desde hace mucho más de 40 años se celebra, en la Dominicana tierra, el 5 de abril, el “Día del Periodista”. Esa fecha fue impuesta, mediante decreto, -si no recordamos mal- por el Consejo de Estado, gobierno nacional que comenzó siendo dirigido por Joaquín Balaguer, y terminó con Rafael Filiberto Bonnelly, a la cabeza.
Pero antes, en la Era de Trujillo, tal celebración tenía otra fecha: el primero de febrero. Creemos, pero no lo afirmamos, pues no estamos muy seguros, que el gobierno de entonces escogió esa fecha en honor a la fundación de un periódico creado allá por los años mil ochocientos…
En la Era aquella, (de pro y contras ahora), el mediodía del primero de febrero era algo regio en el Club Nocturno del Palacio Radiotelevisor de La Voz Dominicana.
La celebración comenzaba con un par de discursos, del presidente del Partido Dominicano, siendo en ocasiones Virgilio Álvarez Pina, o su hijo Virgilio Álvarez Sánchez, que los dos fueron presidentes del Partido de la Palmita; y en respuesta, el discurso de un director de periódico, Rafael Herrera, por ejemplo, en representación del matutino El Caribe, y el presidente de la Sociedad Dominicana de Prensa, que lo fue por varios años, Opinio Álvarez Mainardi.
En aquel tiempo, como dirían los evangelistas, el local de la Sociedad Dominicana de Prensa (SDP) estaba situado en los altos de la casa número 18 de la calle Félix Mariano Lluberes, en el sector de Gazcue. En el primer piso de la edificación (ahora a eso le dicen primer nivel) estaba el Instituto Trujilloniano. Esa era una agrupación integrada por notables historiadores y escritores, entre ellos el profesor Ramón Emilio Jiménez, quienes analizaban y proyectaban el pensamiento político del dictador Rafael L. Trujillo.
El local de la SDP estaba dirigido por el notable periodista y escritor Manuel Machado Báez. Generalmente, los discursos que pronunciaba Opinio, en la fiesta de los periodistas, los redactaba Machado Báez.
Machado Báez era un hombre culto, de buen carácter, y tenía un tic nervioso que consistía en aspirar por la nariz con un gesto rápido, un sonidito, y entonces se ajustaba la corbata. Conversábamos frecuentemente, y a veces, cuando nos marchábamos, teníamos interés especial en revisar nuestros gestos, porque en más de una ocasión nos íbamos contagiados con el tic de Machadito.
Recordamos que una vez, a pocos días de celebrado ya del Día del Periodista, le comentamos a Machado, más o menos, de esta manera:
-Parece que este año Opinio no tuvo tiempo de escribir otro discurso, y dijo el mismo del año pasado.
Esto, lo decíamos para “darle cuerda” a Machado, pues sabíamos que él era el autor.
En medio de la conversación cambiábamos de tema, pero recurríamos con frecuencia al tema del discurso, ya que notábamos que el rostro de Machado se iba enrojeciendo, por la incomodidad anímica que le estábamos provocando.
Hasta que explotó. Y dijo, con gesto irascible y en alta voz: -¡Coño, no me jodas, Atanay! Eso que tú dices no es verdad, no es el mismo discurso del año pasado, porque ese discurso… ¡lo escribí yo!
Opinio era un tipo jovial; tenía una imprentica t en su local de la calle Arzobispo Meriño, entre las calles Luperón y El Conde; editaba una revista con el nombre de “La Palabra de Santo Domingo,” y como reproducía fotos y artículos de otras publicaciones, le llamaban “revista de tijera y goma.” Usaba el título de “doctor”, pero nadie sabía qué tipo de doctorado era el suyo. Cuchito Álvarez Dugan afirmaba, con la jocosidad que le caracterizaba, que ése, era “un doctorado en filatelia”.
Volviendo a la recepción de mediodía en La Voz Dominicana, aquello era de antología. Se juntaban políticos, periodistas, poetas (ahora que mencionamos estas palabras, Opinio decía que los poetas y periodistas son ahijados de la Miseria). Gente que uno no veía con frecuencia, y también exquisitos platos que uno tampoco veía con frecuencia.
Cuando daban la voz de alarma, para que fueran los presentes a servirse la comida… era cosa de apoteosis, pues ahí se juntaban funcionarios gubernamentales en buena posición económica, y unos periodistas y poetas que estaban más o menos bien económicamente, y otros que “se estaban comiendo un cable”. Eso se les veía en la cara, en la ropa y en el entusiasmo que ponían para echar comida a su plato; que tanta era, que no le cabía en la panza, y al terminar la cosa, podían verse unos platos abandonados, y a medio llenar.
Recordamos el entusiasmo del historiador Pedro Luciano Vergés Vidal, a la sazón subdirector del Archivo General de la Nación y autor de las Efemérides Dominicanas, columna que publicaba en El Caribe. Don Pedro, una vez plato en mano, se echaba la corbata hacia atrás, hacia la espalda, para que el manjar no se la ensuciara.
Al querido hermano y gran poeta Juan Sánchez Lamouth que se metió dos o tres pastelitos en uno de los bolsillo del saco; eso lo hacía “pa’fuñil la paciencia”, según decía. El poeta nos honró poniendo como prefacio en uno de sus libros, un artículo crítico que sobre su obra, publicamos en El Caribe.
“El Trovador de las Mil Novias”. Pablo Licinio Valerio, se asomó más de una vez aquellas fiestas. Solía decir que el jodido, aunque se bañe, siempre luce sucio, y que el que tiene plata, aunque no se bañe, “luce comío y bañao”.
Allí veíamos viejos y queridos periodistas, como Jaime Lockward Stamer; su hermano George; Rafael Herrera, con su proverbial tabaco, si no en la boca, en la mano; Milcíades Jiménez Cairo, Rafael César Hopelmán, Zoilo Ulloa, Juan Gautreaux, Roberto Arriaga, Enriquillo Durán, Juan Pablo Cuevas, Luis Ovidio Sigarán, Diómedes Rodríguez Maldonado, Félix Acosta Núñez, Ramón Lacay Polanco, Armando Domínguez de la Rosa (El Acuático), Dr. Emilio Mc Kinney, Guido Gil Díaz, Oscar Gil Díaz, Gregorio García Castro, Rafael Molina Morillo, Salvador Pittaluga Nivar, Manuel María Pouerié Cordero.
Y después, venían los recuerdos, las anécdotas de lo que hicieron Fulano o Zutano pasado de trago… o de comida.
Buenos recuerdos…
Meditación
Con alguna frecuencia, habla con tus fuerzas interiores. Esas que, en ocasiones, se te manifiestan en momentos de susto o desesperación; ellas pertenecen al banco de fuerzas positivas que tenemos en los adentros. Papá Dios nos dio poderes inconmensurables, los que son tan naturales y sencillos, que por ello nos engañamos, y creemos que no existen. ¡Habla con ellos…!
Reginaldo Atanay@yahoo.com

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