Cuatro son los grandes personajes del adviento en
espera, en preparación y anuncio del Dios que llega, del Señor que se acerca.
El primero de ellos es el profeta Isaías. En el Nuevo Testamento destacan María
de Nazaret y su esposo José y Juan el Bautista, auténtico prototipo del
adviento.
“El gran pedagogo del adviento es Isaías. Habría que
leerle con una gran paz interior, dejando que sacuda nuestras conciencias
dormidas, aliente a la esperanza, anime a la conversión, promueva
gestos claros
de paz y de reconciliación entre los hombres y entre los pueblos… Adviento es
también el mes de María; es litúrgicamente más mariano que ninguno otro a lo
largo del año. El icono de María gestante, o de la expectación, personifica a
la Iglesia madre que está llena de Cristo y lo pone como luz en el mundo, para
que el resto de sus hermanos habiten tranquilos hasta los confines de la
tierra, pues él será nuestra paz -Miqueas, 5,2-5-”
“María de Nazaret es la estrella del adviento… Ella
llevó en su vientre con inefable amor de madre a Jesucristo… Ella vivió un
adviento de nueve meses en su regazo materno y virginal, en su mente y en su
corazón… ¡Qué largo y hermoso adviento!… Ella es la “mater spei”, el modelo de
la espera y de la esperanza. Supo, como nadie, preparar un sitio al Señor, el
Hijo que florecía en sus entrañas… En Ella se realizó la promesa de Israel, la
esperanza, después, ahora y ya para siempre, de la Iglesia… ¿No debería ser, pues,
diciembre el mes de María?”. (José Manuel Puente)
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