08/11/2018

Un paso por mi familia

Pbro. Felipe de Jesús Colón Padilla

(El autor es, Juez del Tribunal Eclesiástico)

El próximo domingo 18 de noviembre, del año en curso y con motivo del Mes de la Familia, las iglesias locales de la República Dominicana, han organizado la tradición marcha: “Un Paso por mi Familia”. Unirse a esta marcha es creer en la familia como institución de la sociedad; es sumarse a la esperanza de que se puede rescatar lo que se ha perdido; es un canto al desencanto de los que han “tirado la toalla”, bajo el efugio de que todos los recursos se han agotado. ¡No! ¿Sentirnos derrotados? ¡Jamás! Son muchos los agentes de pastoral que ejercen una labor desde el silencio por el bien de la familia.  Y,  hemos de reconocer que los frutos son palpables, pero el mal provoca un ruido ensordecedor que casi opaca los logros alcanzados. 
La debilidad de la familia, se debe a múltiples factores y muy complejos. No todas las sociedades están preparadas ante el impacto de la tecnología, a los cambios y a los nuevos modelos económicos. Hay intereses de ciertos sectores fácticos y de poder, que desean imponer su agenda egoísta, sin importarle en absoluto a la familia. 
El papa emérito, Benedicto XVI, sostenía que “el matrimonio y familia no son una construcción sociológica casual, fruto de situaciones particulares históricas y económicas”. La familia es tesoro más genuino de la sociedad. Preservarla intacta, es hacer que continúe brillando en todo su esplendor. El papa Francisco, nos recordará que el matrimonio es un largo viaje que dura para toda la vida, y necesitan la ayuda de Jesús para caminar juntos.
La primera escuela de fe, es la familia. Allí sus miembros reciben la enseñanza del catecismo para recibir los sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. Los padres son los primeros evangelizadores.  Lo triste es, que  algunos progenitores no han procurado dar el paso firme de transmitir la fe a los niños. Que bien harían si rezaran juntos al levantarse, que al comer se bendijeran los alimentos, que durante la semana hayan momentos de invocar a la madre de Jesús, a través del Santo Rosario. Los valores cristianos dan pleno sentido  a la vida. La soledad, la depresión, el aislamiento, es consecuencias del vacío existencial, que en algunos casos puede llevar al suicidio. Ahorremos ese dolor.
Ser santuario de vida, tal y como lo exhorta Familiaris Consortio, constituye un desafío de cada día. El pueblo de Dios, para dar un rostro verdaderamente humano a la sociedad, hoy degradada, no puede pasar por alto, el bien precioso de la familia.
 El Código de Derecho Canónico nos  fundamenta lo que hemos dicho: “La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consortio para toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole” (canon 1055,1).
La familia es patrimonio de la humanidad, es insustituible, y darle un giro perverso altera el plan de Dios.
Les invito a caminar. Cada paso dado no será en vano. El paso físico debe ir al compás del paso interior. El asunto es avanzar, para vencer los obstáculos que hoy pretender pisotear los valores sembrados en los corazones de los miembros de la familia. El hogar ha de ser un jardín, donde prevalezca la belleza del amor, del perdón y  la comunión.

1 comentario: