13/05/2024

¿Hay que tener miedo a la Inteligencia Artificial?

 Mateo González Alonso.  Fuente: vidanuevadigital.com

Este pasado domingo 12 de mayo, con motivo de la celebración de la solemnidad de la Ascensión del Señor, la Iglesia celebraba la 58ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana” es el tema marcado por el papa Francisco para este año.

En la propuesta litúrgica lanzada por la Conferencia Episcopal para este día se apuesta por una “comunicación plenamente humana”. “El avance de las nuevas tecnologías, abriendo un sinfín de posibilidades, también tiene un riesgo: deshumanizarse”, se advertía en la monición de entrada. “Para la evangelización, como para la comunicación, hay que partir de la sabiduría que brota del corazón, que viene de Dios, que nos hace descubrir la verdad del hombre”, se añadía. Ya en las peticiones, se rezaba “por quienes tienen responsabilidad en los medios de comunicación social, para que entendiendo su labor como un servicio a la sociedad hagan de ellos verdaderos medios de encuentro y de diálogo”.

Los obispos de la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales titulan su mensaje de la jornada: “Una inteligencia artificial con sesgo de humanidad”. En él presentan este fenómeno como “una nueva revolución” que “afecta a todo y a todos” comenzando por “la dignidad humana”. “Una inteligencia artificial que olvide que el fin de toda acción es el ser humano debe ser corregida y reorientada”, reclaman.

Junto a las oportunidades, surge también el peligro de que “la inteligencia artificial deje de ser un medio y se convierta en un sujeto: con iniciativa propia, con capacidad de interpretar la realidad o la actualidad según sesgos desconocidos, con empuje para ofrecer soluciones o conclusiones ajenas al corazón del hombre”.

“es el momento de velar, entre los profesionales, las empresas de comunicación y las instituciones públicas, para que las herramientas vinculadas a la inteligencia artificial estén al servicio de los profesionales de la comunicación, pero que no les sustituya porque las tecnologías no tienen corazón, pero las personas sí”, reclaman los prelados. “Es preciso hacer el esfuerzo de orientar su desarrollo con un marco moral, dado que la ética no es un límite sino una potenciación de su dimensión de servicio al bien de la humanidad”, insisten en el mensaje. El “sesgo de humanidad” en única clave frente a “sesgos ideológicos, políticos, de eficiencia económica, que expulsan al ser humano del centro de la actividad de comunicación”.

Como cada año, el pasado 24 de enero el papa Francisco publicó su mensaje para la jornada centrado en esta misma cuestión de la “Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana”. “La difusión acelerada de sorprendentes inventos, cuyo funcionamiento y potencial son indescifrables para la mayoría de nosotros, suscita un asombro que oscila entre el entusiasmo y la desorientación”, constaba el pontífice.

Ante ello, Francisco propone “despejar el terreno de lecturas catastrofistas y de sus efectos paralizantes” a la vez que se es consciente de que “en esta época que corre el riesgo de ser rica en tecnología y pobre en humanidad, nuestra reflexión sólo puede partir del corazón humano”. Por ello propone que “la sabiduría del corazón es, pues, esa virtud que nos permite entrelazar el todo y las partes, las decisiones y sus consecuencias, las capacidades y las fragilidades, el pasado y el futuro, el yo y el nosotros”.

Entrando en el análisis más específico el Papa, “la simulación, que está a la base de estos programas, puede ser útil en algunos campos específicos, pero se vuelve perversa cuando distorsiona la relación con los demás y la realidad”. “Por ello, es necesario actuar preventivamente, proponiendo modelos de regulación ética para frenar las implicaciones nocivas y discriminatorias, socialmente injustas, de los sistemas de inteligencia artificial y contrarrestar su uso en la reducción del pluralismo, la polarización de la opinión pública o la construcción de un pensamiento único”, propone Bergoglio. Y es que, añade más tarde, “el uso de la inteligencia artificial podrá contribuir positivamente en el campo de la comunicación si no anula el papel del periodismo sobre el terreno, sino que, por el contrario, lo respalda; si aumenta la profesionalidad de la comunicación, responsabilizando a cada comunicador; si devuelve a cada ser humano el papel de sujeto, con capacidad crítica, respecto de la misma comunicación”. La clave “está en tus manos”.

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