Licdo. Rafel Delio Gómez: rafaeldgomez@hotmail.com
¿Alguna vez le has preguntado a alguien si ha dicho una mentira? Lo más probable es que te dirá que sí, y que fue una mentirita piadosa para salvar un escenario que él no podía controlar o para no quedar mal frente a una situación o una persona.
De cualquier forma que las miremos, las mentiras son malas y producen daños, a los demás y a nosotros mismos, son actos de irresponsabilidad. Hoy la gente miente sin ningún remordimiento o pudor, para el mentiroso mentir es algo tan normal que hasta se extraña cuando dicen la verdad.
Dios mismo nos dice en el libro de los Números 23: “Si somos sus hijos pues debemos amar la verdad sabiendo que esto honra a Dios”. La Biblia nos dice que cuando su sí sea sí y su no sea no. A veces las personas juran para que les creas a sabiendas que saben que jurar es malo, sería un buen tema de análisis para los psicólogos y psiquiatras determinar la razón por las que las personas son cada vez más inmune a la sinceridad y más amadores de las apariencias y los engaños.
Hace unos meses, saliendo de la emisora radio, luego de realizar el programa Creciendo en Valores, conduciendo por la calle Juan Evangelista Jiménez una joven que estaba estacionada a la derecha e iba a emprender la marcha, no se percató para entrar a la vía e impacto mi vehículo en ambas puertas, luego de casi 20 minutos de indagaciones decidimos ir a reportar el accidente ante las autoridades correspondientes, la jovencita dijo que no podía ir ese mismo día, que iría al dial siguiente por razones de salud.
Yo por mi parte fui ese mismo día y levanté el acta del accidente. Al otro día me llamaron alrededor de las 11 de la mañana para que fuera a firmar el acta, al llegar y leer el acta noto que en la declaración de la joven dice todo lo contrario a lo que sucedió, no voy a negar que en ese momento sentí indignación, pensé “señor porque la gente miente sin necesidad”, “¿Será que viven cobijados en las sombrillas de las mentiras?”. Mucha gente anda como pinocho contando mentiras, lo peor es que siempre encuentran incautos que las creen, en esta sociedad las mentiras crecen como la verdolaga o las lilas del rio que se reproducen más de la cuenta cuando llueve.
La mentira convierte al hombre en deshonesto, viven expresando sentimientos que no tienen, lo convierte en un vendedor de fantasías, Dios aborrece al mentiroso, el cristiano es amante de la verdad y no mide consecuencias y su verdad es Cristo. Por eso reza el salmista cuando nos dice: “Tus mandamientos me han dado inteligencia; por eso odio toda senda de mentira” (Sal 119,104-105).
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