28/09/2024

SANTOS PAPAS, PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA

 Gracias San Jerónimo por la traducción de las Sagradas Escrituras.

Padre Manuel Antonio García Salcedo. Arquidiócesis de Santo Domingo

 El 30 de septiembre, cierre del mes de la Biblia, celebramos la memoria obligatoria de San Jerónimo de Estridón, oriundo de la Dalmacia, de familia cristiana y criado en la opulencia. Respondió con la conversión de las frivolidades de la juventud, tras el catecumenado que concluye a los 18 años de edad en Roma al ser bautizado por el Papa Liberio. Dedica su vida por entero, gracias al apoyo económico de su familia, a tomar todos los cursos posibles, a la lectura continua de los autores clásicos y a copiar de su mano libros enteros para crear una amplia biblioteca que llevará por todas partes del imperio donde se traslada. Fruto de ellos decide consagrarse al servicio de Dios.

Al conocer la vida monástica queda fascinado por ella. Su salud sufre todo tipo de deterioros por las exigencias a las que él mismo se somete en el estudio, la vida de oración y penitencia, y a la disciplina de los monjes. En el desierto encuentra su plataforma para vivir la ascética más dura a base de ayunos, mortificaciones, y el estudio de la Sagrada Escritura en el texto original.

 Debe afrontar las burlas, celos y ataques de sus contemporáneos. Mas todo lo anterior le será de gran ayuda en la preparación de sus conferencias bíblicas que impartía en Roma y para la obra cumbre de su vida: la Vulgata o su traducción de toda la Biblia al latín de acuerdo a la doctrina de la Iglesia Católica. Para alcanzar esta meta, se sirve San Jerónimo de todo su bagaje y como fino literato de los clásicos griegos, utiliza las diversas versiones del texto sagrado y los comentarios y escritos de los Santos Padres. Ejemplo de ello fue el rigor con que San Jerónimo exigía a sus alumnos copiar los tratados de los Santos Padres como San Hilario de Poitiers que desenmascarar el arrianismo o la doctrina que negaba la divinidad de Jesucristo. Al hereje Novaciano contrapone la enseñanza del Santo mártir Cipriano de Cartago.

Se ve implicado San Jerónimo en tales cuestiones a medida que se traslada por los diversos lugares de importante relevancia. El Papa San Dámaso II conoce su obra y le llama a su lado como secretario. Previamente había recibido en Antioquía el presbiterado, pero con la intención de retornar al desierto para continuar su investigación teológica escriturística. 

Codeándose con los grandes obispos de la época, camino a Roma, en Constantinopla se reúne con los Padres Capadocios con San Gregorio Nacianceno y San Gregorio de Nisa.

En Roma pudo dedicarse a la ciencia y al cultivo de un camino de santidad. Una parte de la élite de la sociedad romana, en especial las damas nobles fueron cautivadas por el magisterio del fogoso sacerdote. Pero a la muerte del Papa Dámaso, las clases gobernantes de Roma no estaban dispuestas a seguir recibiendo las críticas y reprimendas del monje presbítero. Eran muchos los enemigos que se ganó por exhibir su sapiencia, a la vez que condenaba y reprochaba la vida lujuriosa, opulenta y violenta de los senadores, militares, familia imperial y comerciantes.

Cansado de tantas confrontaciones y temeroso de represalias huye con un grupo de fieles a Tierra Santa, pasa por Egipto para bien conocer la vida de los monjes anacoretas y eremitas y consultar al santo Dídimo, el ciego. En Belén, con la ayuda de la romana Paula, fundó dos monasterios: uno de hombres y otro de mujeres cercano a la gruta de la Natividad. Varias señoras romanas le siguen.

Desde entonces, la vida de San Jerónimo fue una consagración total a la vida de oración, penitencia, estudio y a la meditación de la Sagrada Escritura, así como desechar y literalmente despreciar todas las glorias del mundo.

15 años le tomó la traducción de la Vulgata, texto oficial de la Sagrada Escritura para su proclamación en la Liturgia de la Iglesia.

A medida que pasaba el tiempo, la sabiduría y lo agrio del temperamento iracundo e intolerante de San Jerónimo iban en aumento. La amargura y la pena le invadía por el deterioro eclesial. El uso de un lenguaje violento e injusto en contra de sus adversarios, el humor áspero y la palabra mordaz y satírica lo distanciaba del común de los cristianos. Las discusiones, polémicas y controversias con otros servidores de la Iglesia se convirtieron en su  distintivo. Tal fue el caso de lo acontecido con Rufino de Aquileya y con el Patriarca Juan de Jerusalén por la herejía del origenismo, atacaba y se burlaba sin piedad a los monjes fanáticos, a  San Juan Crisóstomo y a San Agustín de Hipona. Llegados sus últimos días, se enemistó y distanció de sus antiguos discípulos, amigos y las santas mujeres que lo habían apoyado económicamente.

 La invasión y destrucción por parte de los pueblos nórdicos, llamados bárbaros, convirtieron a Palestina y a sus monasterios en lugar de refugio de los tantos que huían de las orlas destructivas que caían sobre el imperio romano. A estas obras de caridad ha de dedicarse el intelectual e intransigente eremita santo, así como al combate contra la herejía del monje Pelagio que negaba la necesidad de la gracia de Dios para la liberación del pecado.

Otra desgracia al final de sus días tuvo que enfrentar San Jerónimo cuando los monjes recalcitrantes herejes atropellaron a los monjes e incendiaron sus monasterios. San jerónimo logra huir de este genocidio. Agotado de tanta agitación, muere a los 85 años, un 30 de septiembre de 420 DC.

Gracias a San Jerónimo y su experticio en el empleo del hebreo, griego, caldeo, lenguas semitas, fuentes rabínicas y la literatura latina, su traducción de la Vulgata, el Concilio Ecuménico de Trento del siglo XVI reconoce contra la herejía protestante en esta traducción de la Sagrada Escritura la seguridad y la autoridad para los católicos de recibir la Palabra de Dios por esta vía, junto a los comentarios hechos por este Doctor de la Iglesia. Obra realizada por el oficio de copiar, es decir, compilar a los Santos Padres como medio de interpretación de la misma.

De los contenidos dogmáticos que San Jerónimo tuvo bien presente en resaltar la virginidad perpetua de María, la dignidad el matrimonio y la salvaguarda de la virginidad, San José siempre virgen,  la importancia de la vida religiosa, la doctrina de la Trinidad, la realidad de la creación, de la dignidad del cuerpo y el alma, de los ángeles, del pecado y del maligno, de la redención en Cristo, las instituciones de la Iglesia, el culto de los santos y de sus reliquias, celibato de los sacerdotes, vida monástica, ritos de las ceremonias, colectas para los pobres y los peregrinos, la inspiración de la Sagrada Escritura y el pan espiritual de la Iglesia que se ha de estudiar y enseñar como una de las más altas funciones del sacerdocio.

 Demos gracias por San Jerónimo, su obra y temperar en cada uno de nosotros los rasgos estridentes de su personalidad presentes en nuestra psiquis.

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