Padre Manuel Antonio García Salcedo. Arquidiócesis de Santo Domingo

En la República Dominicana se ha dedicado el mes de octubre al Santo Rosario y al tema de las misiones. Y el sacerdote ordenado es un hombre nacido por la misión de llevar a todos los hombres a la Comunión con Cristo nacido en la carne en el tiempo de la Iglesia. San Agustín nos ha recordado que el corazón del ser humano ha sido creado por Dios, y estará inquieto hasta que no encuentre en Él su descanso.

La misión del Hijo Amado de Dios, Jesucristo, la llegada del Reino de Dios entre los hombres, se ha extendido hasta los confines de la tierra por medio de sus Apóstoles.

San Pablo Apóstol extiende la misión por el Mar Mediterráneo con la fundación de Comunidades Eucarísticas que acogen a la Luz de las Naciones.

Alrededor de un milenio tomo a la Iglesia la evangelización del Continente Europeo con la impronta de grandes obispos como el Papa San Gregorio Magno, San Bonifacio, los Santos Hermanos Cirilo y Metodio hasta el siglo XIV en el cual la llegada de los habitantes de la península hispánica al continente americano cuyos reinos se empeñaron en el acompañamiento por parte de los religiosos dominicos, franciscanos, mercedarios y otros a los conquistadores que tomaban posesión de estas tierras para que la Iglesia estuviese presente como componente integral de dicha sociedad.

Santo Toribio de Mogrovejo es el modelo del misionero en Latinoamérica que recorre todos los territorios e incultura el Evangelio para una mejor asimilación de este por los nativos.

En los siglos siguientes gran número de sacerdotes fueron enviados a las misiones de África, Asia y Oceanía hasta llegar a finales del siglo XX en que se censaron por estas zonas a unos 400,000 entre sacerdotes diocesanos y religiosos.

Con el patronazgo de las misiones, asignado por el Papa Pio XI a Santa Teresita del Niño Jesús junto a San Francisco Xavier S.J., se ha tomado cada vez mayor conciencia de que toda la Iglesia es misionera y que la misión católica tiene una sana dependencia de los sacerdotes ordenados por la administración de los sacramentos que a ellos compete. Incluso en países de antigua tradición eclesial se ha de retomar el visiteo casa por casa a modo de misión parroquial dirigida por los sacerdotes responsables de dicho servicio para la captación de nuevos feligreses. Salir de las paredes de los templos, llevar la evangelización a los sectores territoriales e implementar en todos ellos el cultivo de la actividad catequética, sacramental y caritativa.

Oremos en el mes de la misión y del Santo Rosario a nuestra Madre, la Virgen María, la Primera Misionera, el Sagrario Viviente de Dios, para que los sacerdotes y toda la Iglesia se renueve mediante el anuncio y el servicio del Reino de Dios

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