HECHOS QUE SON NOTICIAS: ORACIÓN Y MISIÓN PARA ENCONTRARNOS CON DIOS

P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com

Estamos ya en octubre, mes del rosario y de la misión, donde recordaremos a san Francisco Javier y a santa Teresa del Niño Jesús, ambos patrones de la misión de la Iglesia Católica. El primero dedicó su vida en llevar la buena noticia del Reino de Dios; la segunda, desde un convento oraba y realizaba penitencia por todos los hombres y mujeres que entregan su existencia en la propagación del Evangelio.

El evangelista Marcos nos dice: “…y designó a doce, para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar…” (Mc 3, 14). Por eso, no hay evangelización sin oración, y la propia oración nos impulsa a la misión, comenzando con el testimonio de vida e invitando a seguir los pasos del Maestro; el cual, siendo rico se hizo pobre; que siendo Santo asumió nuestra condición pecadora, con el único objetivo de mostrarnos su gran amor.

La Iglesia Católica por su naturaleza es misionera, porque su fundador en los textos evangélicos siempre está comunicando a un Dios bondadoso y misericordioso. De igual manera, la Iglesia es una comunidad de oración, donde sus fieles rezan el uno por el otro, no solo para alcanzar el perdón de los pecados, sino agradeciendo todo lo que Dios nos regala. Por consiguiente, el fundamento de la Iglesia está regido por la oración y la misión, fruto del encuentro con Dios.

La oración y la misión en la Iglesia no pasa de moda, es una actitud constante. Además, hay que precisar que el cristiano vive por y para la misión; que no hay un verdadero seguidor de Cristo sin oración. Incluso, después de veinte siglos de presencia en el mundo del cristianismo; con sus luces y sus sombras, es justamente porque continúa comunicando a un Dios que muere y pero que resucita por la humanidad, ya que la misión y la oración son la fuerza misma de la fe; la vitalidad que nos impulsa a seguir las huellas de Jesús, la energía que actualiza el interior de cada ser humano para que pueda lograr la paz y la felicidad que tanto anhela.

Saca un espacio en tu agitada y compleja rutina para rezar el rosario, para visitar el santísimo de tu capilla o parroquia; dedica un tiempo de tu tiempo para compartir la Palabra de Dios con tu familia, amigos y compañeros de trabajo. Pero no lo hagas para salir del paso, para mostrar una imagen de santidad o pureza, hazlo más bien, en acción de gracias por todo lo que Dios te ha dado. Debes hacerlo primordialmente por las necesidades espirituales de este planeta, por los enfermos que se mueren en los hospitales, por los niños que sufren el abandono de sus padres. Ora sin dejar a un lado, aquellas personas que dedican todo su ser en llevar una palabra de aliento y de consuelo a esos que se sienten solos y desprotegidos en esta sociedad.

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