Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Hoy Domingo Vigésimo Noveno (XXIX) del Tiempo Ordinario celebramos el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND), bajo el lema: “Vayan e inviten a todos al banquete,” es decir, que todos somos merecedores de participar del banquete del Reino, un banquete preparado para nosotros, este banquete es la Eucaristía, es la dicha de poder predicar, el privilegio de evangelizar, poder dar a conocer a Cristo que está vivo y vive entre nosotros, poder experimentar a plenitud y profundidad el amor y la misericordia de Dios en mi vida, todo esto es un banquete.
Hablando de banquete es bueno profundizar sobre el Evangelio que la Iglesia nos presenta hoy y en donde se nos expresa que, en aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: “Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.” En esta petición los hermanos denotan gran autoridad y carácter. El verbo acercarse nos revela la gran confianza por parte de los hijos de Zebedeo con relación a la persona de Jesús y más confianza reflejan con lo que estos son capaces de expresarles a Jesús, cuando dicen: “Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda.”
Jesús replicó: “No saben lo que piden, ¿son capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizarse con el bautismo con que yo me voy a bautizar?” Contestaron: “Lo somos.” Jesús les dijo: “El cáliz que yo voy a beber lo beberán, y se bautizarán con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado.” Es decir, que Jesús está consciente hasta donde él se puede comprometer con sus amigos Santiago y Juan en cuanto a su petición.
Por lo visto los hijos de Zebedeo se han dejado segar por el hambre de poder y por ocupar puestos, ya que sin meditar seriamente contestan a Jesús que son capaces de beber el cáliz que él bebería y de bautizarse con el bautismo que él se bautizaría. En la vida no conviene actuar ni tomar decisiones movidos por una emoción, eso nos puede costar caro.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: “Saben que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen.” Jesús presenta la realidad cruda y real de cómo muchas veces quienes dirigen al pueblo se convierten en tiranos y opresores, sin importar el daño que provoque esta manera de gobernar y dirigir.
Por eso presenta Jesús una manera nueva de dirigir y gobernar al decir, Ustedes, nada de eso: “el que quiera ser grande, sea su servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos.” Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. Es decir, Jesús presenta la otra cara de la moneda, muy distinta a la de los opresores y tiranos, con todo esto da una lección a los hijos de Zebedeo por si alguna duda les quedaba de lo que verdaderamente significa ser grande y ser primero.
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