Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Hoy con esta celebración damos inicio al tiempo de adviento, es un tiempo de espera y de esperanza, pero es una espera y una esperanza especial, es como esa mujer que está en cinta, embarazada y espera con gozo y alegría la llegada de esa creatura que está por venir, que está por nacer, en el caso específico y real tenemos a la Virgen María que Junto a José esperan la llegada de Jesús. Que nuestro adviento sea una oportunidad para creer más, esperar más y ofrecer más.
En la primera lectura del Profeta Jeremías a inicio se nos dice: “Miren que llegan días -oráculo del Señor- en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá. En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo, que hará justicia y derecho en la tierra.”
Se hace una referencia directa a la llegada de Jesús en un mundo hambriento y sediento de paz y de justicia, hoy la realidad no es distinta, es necesario seguir luchando y orando para instaurar la verdadera paz y la justicia en nuestro mundo actual.
Por eso a este querer humano le respondemos con el estribillo del salmo que dice: “A ti, Señor, levanto mi alma.” Nos hemos dado cuenta que con nuestro esfuerzo humano no es posible lograrlo, hace falta y es condición necesaria la intervención divina para lograrlo.
San Pablo por su parte en la segunda lectura a los Tesalonicenses, nos exhorta a todos: “Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros los amamos.” Es decir, que el arma más poderosa en la vida del cristiano es el amor, lo que las guerras no logran lo logra el amor, en las guerras las cosas se consiguen a base de violencia, contiendas, engaños y mentiras, lo que el amor consigue es a base del dialogo, la paciencia, la mansedumbre y la escucha.
En el Evangelio por su parte Jesús nos anuncia que: “Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje.”
Estos signos de los que nos habla Jesús manifiestan explícitamente un pánico y un miedo generalizado, pues nos dicen textualmente los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros temblarán.
En todo este proceso la invitación es a no tambalear, mantener la calma y a permanecer firmes en aquel que creemos y confiamos, ya que no nos dejará solos, pues en la misma lectura nos confirman lo siguiente: “Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levántense, alcen la cabeza: se acerca su liberación.”
Se nos anuncia con claridad nuestra liberación, nuestra salvación, allí donde todo parece terminar y morir, empieza la esperanza y la vida en Él.
Finalmente, se nos exhorta a tener cuidado: “No se les embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se les eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.” Estén siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manténganse en pie ante el Hijo del hombre.
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