Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Seguimos profundizando en torno a la palabra en este Tercer Domingo del Tiempo Ordinario, día de la Infancia Misionera, que no es más que es una escuela de fe, cuyo objetivo es invitar a los niños a seguir a Jesús y anunciar su Evangelio. Con la misión de enseñar a los niños a ser solidarios y a rezar por los niños de todo el mundo. Se hace necesario gestionar y ofrecer recursos para trabajar por el bienestar de los niños. En esta ocasión la Iglesia nos ofrece el pasaje del Evangelio de San Lucas, en el cual encontramos una especie de carta dirigida a Teófilo.
Excelentísimo Teófilo: “Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradiciones transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la Palabra.”
Yo también, después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. “En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca.” Si nos fijamos es muy común que en el Evangelio Jesús se deja guiar por el Espíritu y esta práctica se traduce en garantía de éxito en todo lo que hacía Jesús en su misión.
“Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan.” No olvidemos que este hombre enseñaba con autoridad y que su autoridad venia dada precisamente por su testimonio de vida. “Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura.” Se nos recalca que era una costumbre de Jesús entrar a la sinagoga. Aquí tenemos un elemento que no podemos dejar pasar por alto, Jesús al momento de proclamar la lectura se pone de pies como señal de respeto y reverencia a dicha palabra sagrada.
Le entregaron el Libro del Profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.” Jesús anuncia un jubileo por medio de sus palabras, que es lo que en este año la Iglesia está preparando para un beneficio directo de los fieles en el plano espiritual. Es sin dudas una oportunidad para una renovación seria y total en la práctica de nuestra vivencia cristiana.
Enrollando el Libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”.
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