P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com
Los años vienen y luego se van. Las generaciones se saludan y luego se despiden. Cada momento tiene su etapa, y cada etapa tiene su momento. Mientras algunos llegan a sus metas, hay personas que apenas inician su largo caminar. El reloj no se detiene, no conoce el descanso, transcurre sin decirnos nada. El ciclo de la vida se renueva constantemente, porque todo cambia, todo fluye, como sostenía el filósofo griego Heráclito, cuando expresaba: “Nadie puede bañarse dos veces en mismo río”. Ha dejado de ser la misma agua.
Cada paso que damos en nuestra existencia, es un escalón más que hemos subido. Es una nueva experiencia adquirida y un conocimiento que antes no estaba con nosotros. Es decir, vivimos en un constante inicio. Nunca lo sabemos todo. Existen realidades ajenas a nuestra voluntad. Cosas que, pese a nuestro saber humano, se escapan de nuestras manos. Situaciones que se nos presentan a diario. Esto puede ser nuestra propia vida, nuestros familiares y amigos, etc., que aunque compartimos mucho tiempo con ellos, podemos llegar a creer que tenemos todo controlado, y resulta que una mañana cualquiera nos percatamos que no era cierto, que tenían cosas que no conocíamos.
Somos seres creados para trascender. Personas que no se quedan en un mismo sitio, porque el movimiento es vida. Quien no se mueve, muere, va desapareciendo lentamente. De aquí, que al salir el sol, preparamos nuestra mente, nuestro espíritu y decidimos si queremos ser diferente o seguir siendo los mismos. Cometiendo los mismos errores, las mismas equivocaciones y las mismas maneras erradas de pensar. Un simple cambio de mentalidad, es lo que hará la diferencia. Lo que provocará una nueva concepción sobre lo que nos rodea.
La montaña se ve lejos antes de escalarla, pero cuando se logra subirla, a pesar de la fatiga del camino, de los dolores en los pies, del sudor en la frente y del cansancio en el trayecto, es cuando nace la alegría de saber que llegamos, que pudimos cumplir nuestro propósito, y darnos cuenta como se dice que: “No hay nada imposible, sino mentes incapaces”. Personas que se dejan llevar por las dudas que se alojan dentro de sí y permiten que controlen lo que son, provocando que se desvíen de la senda que le había costado tanto sacrificio seguir.
Nunca se termina de aprender. Siempre existirán nuevos retos. Porque después que se sube la montaña, resulta que hay que bajarla. Volver a iniciar de cero. Retomar nuevas fuerzas, nuevas energías y seguir el camino hacia abajo. Llenarse de voluntad y recordar ese instante emocionante cuando se tuvo en la cima, y tener presente que, aunque al terminar un trayecto debemos iniciar otro. Dentro llevamos un corazón creado para perseverar y resistir a cualquier dilema humano. Porque él que lo creo, no conoce la derrota, sólo conoce el triunfo. Por tanto, se veraz, se constante y no mires atrás, que en el final está la felicidad, pero hasta que no llene, no lo sabrás….
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