Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Estamos celebrando el segundo domingo del Tiempo Ordinario y el Evangelio es un pasaje emocionante cargado de hermosas imágenes, estas imágenes dan pie a una interpretación profunda que nos ayuda a entender el texto y el contexto, fortaleciendo así nuestra fe en Jesús y en su Evangelio.
Nos dirá el hagiógrafo: “En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí”. Una boda es siempre un motivo de alegría y un espacio idóneo para hacer fiesta y agradecer a Dios por el hecho de que una nueva pareja ha decidido libremente unirse en matrimonio por el amor que entre ellos se entreteje. “Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda”. La Madre de Jesús estaba allí, nos deja entender que María era cercana esta pareja que estaban a punto de contraer santo matrimonio.
“También Jesús y sus amigos los discípulos estaban invitados a la boda”. Por los datos suministrados nos deja entender que esta boda en Caná era un gran acontecimiento. Hay un detalle que me llama poderosamente la atención y es cuando en el pasaje se menciona a María primero antes que a Jesús y sus discípulos, quiere decir que la Madre tiene un papel protagónico en este pasaje del Evangelio de Juan.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: “No les queda vino”. En la antigüedad faltar el vino era una desgracia de muy mal gusto, tanto para la pareja como para los invitados, pues el vino en una boda era un elemento esencial y terminarse el vino era un desprestigio y una vergüenza para el novio. Al parecer la Madre se Jesús tenía esto bien claro, es por lo que acude a Jesús y le susurra muy preocupada: “No les queda vino”.
Jesús le contestó: “Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora”. Esta expresión en palabras llanas quiere decir: “Que el tiempo de su glorificación no ha llegado” Pero es la Madre que se lo pide, recordemos la fuerza que tiene María en su mirada, esa mirada tierna y amorosa fue la que primero vio Jesús al momento de su nacimiento en el pesebre y esa mirada de dolor y sufrimiento también será la que más tarde en su muerte en la cruz va a recibir Jesús de parte de su Madre.
Su Madre dijo a los sirvientes: “Hagan lo que él les diga”. Con estas palabras sella María la confianza total en su Hijo segura de que su petición no caerá en el vacío, sino que tendrá respuesta y surtirá un efecto positivo.
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: “Llenen las tinajas de agua”. Y las llenaron hasta arriba. Ahora el agua que servía para las purificaciones de los judíos pasa a tener una nueva utilidad, lo que era pesar y culpa, se convierte en gozo y alegría.
Entonces les mandó: “Saquen ahora y llévenselo al mayordomo”. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: “Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora”.
Jesúscon esta acción da a entender que con su presencia ha llegado un tiempo nuevo de gracia y bendición, en donde el llanto se convierte en alegría, el luto en canto de júbiloy la injusticia encuentra un juez justo.Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
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