15/02/2025

DICHOSOS

 Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Estamos celebrando el sexto (VI) Domingo del Tiempo Ordinario, justo unos días después de celebrar la novena dedicada a nuestra Patrona la Virgen Nuestra Señora de Lourdes, todo un derroche de bendiciones. En estos días, hemos crecido como persona, a nivel espiritual y a nivel comunitario, es preciso volver a decir: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres y agradecidos.” Nuestro corazón se regocija y ofrece a Dios un cantico de alabanza.

En la primera lectura del libro del profeta Jeremías nos ponen en alerta cuando nos dicen: “Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.” En palabras llanas es un llamado de atención a ser fieles a Dios, confiando en él y ofrendándole por entero nuestro corazón.

  En ese mismo tenor se nos ofrece otro llamado de alerta cuando se nos externa: “Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.” Son dos extremos uno que nos perjudica y otro que nos beneficia.  

El Evangelio es una verdadera joya, este pasaje lo conocemos como el sermón de la montaña. Es por ello por lo que se nos narra que: “En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. “

Desde los inicios de la humanidad es sabido por todos que los grandes asentamientos humanos se concentran en la llanura, es en esta llanura donde Jesús levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: “Dichosos los pobres, porque suyo es el reino de Dios.” El cielo nunca ha sido un regalo, sino más bien una conquista, es la razón por la cual conseguirlo es a base de mucho esfuerzo.

“Dichosos los que ahora tienen hambre, porque quedarán saciados.” En la vida es mejor tener y padecer hambre material, esa se sacia con facilidad, tener hambre de Dios es un hambre que amerita de una atención especial y fina, pues sólo Dios la puede saciar.

“Dichosos los que ahora lloran, porque reirán.” Llorar no siempre es malo, hay lagrimas que salen del corazón, sanan, limpian y fortalecen a los hijos de Dios, es por ello por lo que el reto es encontrar motivos para llorar y luchar por una causa que valga la alegría.

“Dichosos ustedes, cuando los odien los hombres, y los excluyan, y los insulten, y proscriban su nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.” Sufrir por causa de Jesús es honroso y nos ha de llenar de júbilo, es un prestigio que con meras palabras no se expresa, es un sentir interno que solidifica nuestra fe y compromiso cristiano.

“Pero ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya tienen su consuelo.” Es decir, que la recompensa de los ricos es tan efímera, superficial, vana, superflua, que se recibe en la tierra sin más, todo esto no representa ninguna garantía de ganancia en el plano divino.

 “¡Ay de ustedes, los que ahora están saciados!” porque tendrán hambre. Es que saciar a los conformistas, aquellos sin ambición y sin ilusión es sumamente fácil, se logra sin esfuerzo y sacrificio alguno.  “¡Ay de los que ahora ríen!, porque harán duelo y llorarán.” Vale más un instante de alegría en Dios y por Dios y no una vida entera en alegría a espalda de Dios.

“¡Ay si todo el mundo habla bien de ustedes! Eso es lo que hacían sus padres con los falsos profeta.” El hecho de que todos hablen bien de uno tampoco garantiza del todo, sinceridad, apoyo, pulcritud y empatía, detrás de todo puede haber un espectáculo falso bien montado.

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