La Madre y el Espíritu Santo
Por Amalia Duran Quelix

El Espíritu Santo fue enviado al seno de María y, por obra divina, fecundó al hijo de Dios.
Cuando el Ángel le anunció a María que iba a concebir un hijo, le dijo: “El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1,35). A partir de ese
acontecimiento, ella es llamada Sagrario, Tabernáculo, Santuario del Espíritu Santo.
María tenía que comprender, lo que quería Jesús y lo que ella debía hacer a su lado, y todo
esto era guiado por el Espíritu Santo. La Palabra dice que María guardaba todo en su corazón,
para que, a través del Espíritu Santo, pudiera comprender la divinidad de su hijo.
Cuando Jesús se extravió a los 12 años, (Lc 2,49) “No saben que tengo que preocuparme de
los asuntos de mi padre”. En las bodas de Canaán (Jn 2, 4) “Mujer, tú no piensas como yo:
todavía no ha llegado mi hora”. Y en la gran hora sobre el monte calvario, ya callan ella los
deseos y necesidades naturales. Todo queda sujeto a la voluntad del padre.
Ella solo quiere cumplir perfectamente con su rol en el plan de salvación. Ella se convierte en
instrumento perfecto del Espíritu Santo, conduce a los apóstoles y discípulos a la sala del
cenáculo, donde vino el Pentecostés y donde ella quedó completamente compenetrada y
transformada por el Espíritu Santo.
MARIA LA JOVEN DE NAZARET
María era una joven que fue elegida por Dios, estaba destinada para ser la madre de nuestro salvador. Ella como toda joven de su edad lo menos que pensaba era ser madre, en sus planes estaba vivir una vida tranquila, con conocimiento de la profecía donde se hablaba que el Mesía
nacería del linaje de David, de una virgen pura, no se imaginaba que estaban hablando de ella.
Como era costumbre en esa época sus padres la comprometieron con un joven llamado José el cual también tenia conocimiento de la profecía. Una tarde cualquiera de esa donde María le gustaba estar a sola para meditar y orar, sucedió algo que la dejo atónica, se presentó un ángel el cual la saludo y le dijo la palabra clave no
temas y le explico lo que iba a pasar con ella. Hubo una diferencia muy marcada entre el ángel que se le presento a Eva y el que se presento antes María. El primero dijo cosas negativas de Dios el segundo le explico como sucedería y le hablo del Espíritu Santo.
María se olvido de si misma de sus planes, de su compromiso y le dijo SI, se hizo esclava por nosotros para ser sagrario donde nacería el Hijo de Dios. Siempre tuvo claro cuál era su posición ante Dios y el gran compromiso que estaba asumiendo.
Que he aprendido de María: La entrega a mi servicio, el sí incondicional cuando me comprometo para servir.


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