Señor mío y Dios mío, a veces experimento el miedo, miedo a la soledad, al desamor, a la tristeza, es inevitable sentir miedo y es inevitable que esos pensamientos lleguen a mi cabeza, mi Dios. Por eso, consciente de que eres Tú el Dueño de la vida, tengo en esta noche este momento de intimidad contigo, para contarte lo que me está pasando, lo que me está agobiando, lo que me quita el sueño. Pero contigo me declaro vencedor, por tu fuerza a mi favor, porque todo lo puedo en Aquel que dio su vida por mí. Sólo Tú me bendices y eres el único que puede ayudarme a vencer mis miedos, mis frustraciones y todos esos pensamientos errados. Hazme fuerte, dame lo que necesito para ser feliz, la sabiduría y el espíritu de luchador, de esos que luchan y no se cansan porque encuentran fuerzas en la fe de Cristo Jesús.
Amén.
Por Alberto Linero Gómez✍
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