Señor mío y Dios mío, te pido que me dejes estar en tu presencia y llenarme de tus dones. Y que en este descanso repares mis fuerzas, sanes mis heridas, me dejes liberarme de tantos pesos que he llevado sobre mi espalda por muchas circunstancias. Y que al despertar el nuevo día, después de descansar mi corazón y mi cuerpo en Ti, no dejes que nada ni nadie me robe tu paz, que nada me robe este momento de bendición, porque este mundo está lleno de violencia de todos los tipos, golpes, insultos, palabras cargadas de odio, rencores y miradas que quieren asesinar a quien está en frente; pero yo tengo sed de tu paz, tengo sed de estar calmado y de aceptar la vida como es, con sus bondades y con sus problemas, por eso deseo tu paz para que nada me robe la tranquilidad.
Amén.
Por Alberto Linero Gómez✍
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