“Fijémonos los unos en los otros para estímulo de
la caridad y las buenas obras” (Hb 10,
24)
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión,
que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo
para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser
mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles
de Ceniza (el día 6 de marzo) y termina el Domingo de Ramos (14
de abril), día en que iniciamos la Semana Santa. A lo largo de este tiempo,
sobre todo en la liturgia dominical, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo
y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión
espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de
vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo,
escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo
obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos
ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos
alejamos más de Dios.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de
arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se
oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a
conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar
nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
VIII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C
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