En el 60º aniversario de la primera Carta
Pastoral de enero 1960.
Introducción.
Con motivo de la festividad de
Nuestra Señora de la Altagracia, como es tradición, presentamos unas líneas
doctrinales como pastores del pueblo de Dios. Dada la coyuntura actual del
presente año 2020, marcada por un intenso proceso electoral, que inicia con las
elecciones municipales de febrero próximo y ha de concluir con los comicios generales
de mayo, el tema se impone por sí mismo, pues no se trata de un evento
cualquiera sino de la elección, mediante el ejercicio del sufragio, de las
nuevas autoridades que dirigirán los destinos del país en el próximo cuatrienio.
De ahí la importancia de lograr el éxito de los primeros comicios, para obtener
garantías de éxito en los segundos (n.1).
De la misma forma se impone un
llamado a estudiar y reflexionar acerca del acontecer nacional, con sus
complejas realidades y sus enormes desafíos, motivándonos a compartir un
mensaje en el cual expresamos nuestras preocupaciones y esperanzas en relación
con la presente coyuntura, al tiempo que proponemos algunas ideas y posibles líneas de acción,
confiados en que su acogida sirva de aporte en la impostergable tarea de
continuar transformando las condiciones de vida del pueblo dominicano y la consolidación
de sus instituciones (n. 4).
Las
elecciones desde la fe.
La
autoridad legítimamente constituida viene de Dios, aunque la designación de los
que gobiernan se define por la libre decisión de los ciudadanos, quienes están
obligados, en consecuencia, a obedecer a la autoridad civil (n. 9). En tanto, a
los electos recordarles que lo anteriormente dicho no implica sentirse
imprescindibles, o llegar a creerse mesías político. La autoridad del mismo Jesús no es un privilegio, es un servicio
que supone capacidad con cualidades específicas como: sobriedad, educación,
sensatez, autoridad, dignidad, autenticidad y transparencia (n.10).
La Iglesia y el proceso
electoral.
Desde su creación, la Conferencia del
Episcopado Dominicano ha puesto atención a los procesos electorales nacionales,
defendiendo el rol importante que juegan los partidos políticos en la vida
democrática y afirmando que la Iglesia respeta la libertad de elección. En
varios momentos nos hemos
referido a la participación de los
fieles en la política como un deber ciudadano, y al imperativo de optar por las
propuestas que defiendan una auténtica agenda nacional. (n.12).
A quienes cuestionan el derecho de la
Iglesia a opinar sobre temas políticos o sobre los procesos electorales es oportuno
recordar lo que nos dice el Concilio Vaticano II al inicio de la Constitución Pastoral
Gaudium et Spes: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y
las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo.” “La Iglesia
está comprometida en su misión no solo con quienes frecuentan los templos; ella
está al servicio del ser humano dentro de su mundo de complejidades.” [1]
(n.14).
El debido respeto a las
normas por los actores políticos.
Como máximo ente responsable de la
organización de los comicios, la Junta Central Electoral merece nuestro apoyo y
el de todos los dominicanos, sobre todo en orden a velar por la dirección de un
proceso electoral transparente, tanto al momento del sufragio como al del conteo
de los votos, que son donde suelen producirse las principales quejas. No se
puede admitir la práctica corrupta e ilícita de compra y venta de cédulas a la vista
de todos, evadiendo responsabilidades y sin que se tome acción contra esta
infracción electoral (n.17).
Urge que las propuestas electorales
se fundamenten en solución de las necesidades más imperiosas del pueblo
dominicano, evitando las intrigas, calumnias y manipulaciones propias de las
denominadas “campañas sucias”, así como el despilfarro de recursos económicos
en la publicidad desmedida (n.18).
Exhortamos a quienes aspiran a cargos
públicos en estas contiendas electorales, a tomar en cuenta en sus discursos
nuestra realidad actual. El escenario de inseguridad y violencia que estremece
a la familia y a todos los sectores de nuestra sociedad no puede ser
reproducido por nuestros líderes políticos en una batalla que denote inmadurez
y poco juicio. (n.19). Apelamos a la
sensatez para que dentro de sus planes coloquen a la familia en el sitial que
les corresponde como institución vital en una sociedad que ama y respeta
(n.19).
La agenda política.
Nuestros candidatos deben presentar
una agenda de acciones concretas que indique cómo van a enfrentar los graves
problemas del país. Dentro de sus propuestas no deben faltar temas como la
corrupción administrativa y los
caminos para combatirla; la defensa de las dos vidas, tanto de la madre como
del hijo por nacer; la violencia ciudadana generalizada y la violencia
intrafamiliar como una subcultura que demanda una atención urgente; un plan de
respuesta al problema del cambio climático que incluya entre otras acciones, la
definición de políticas energéticas basadas en fuentes no convencionales; el
debido respeto al orden jurídico y constitucional; un programa de políticas
relativas
al ordenamiento migratorio y al
control de nuestras fronteras; la atención a los habitantes de las periferias
urbanas y rurales; las justas inversiones en áreas primordiales como la salud,
la justicia y la seguridad social; una política de empleo que ofrezca mayores
oportunidades para incorporar a los jóvenes a la actividad productiva y, en
fin, el combate real de la pobreza, especialmente en aquellos lugares y
sectores más vulnerables que demandan mayor atención por parte del Estado (n. 28).
La educación juega un rol fundamental
en nuestra sociedad y por lo tanto no puede estar ausente en la agenda
electoral. Su promoción constituye un imperativo ético y una necesidad básica
para el sostenimiento y fortalecimiento de la democracia. Alentamos a los
padres a cumplir con su misión educadora, poner atención al comportamiento de
sus hijos e inculcarles el valor de la fe como un componente esencial para su
crecimiento integral (n. 29).
Grande es nuestro deseo de que se
logre un pacto nacional entre nuestros líderes políticos, en el cual suscriban
un compromiso público en torno a las propuestas prioritarias para la sociedad
dominicana, conformando una agenda nacional y provincial que trascienda los
intereses personales y grupales a favor del bienestar colectivo de toda la Nación.
(n.31).
Exhortación.
Exhortamos a todos los dominicanos, a
honrar el compromiso que la historia nos impone y colaborar mediante la calidad
de nuestro voto, a dignificar el ejercicio de la política favoreciendo a los
candidatos que ofrezcan mayor confianza de cara al desempeño responsable y
ético de su servicio a la Nación (literal a).
Conviene que los sacerdotes y demás
agentes de pastoral organicen jornadas de oración y de reflexión, para
profundizar sobre los temas que hemos abordado en el presente documento y sobre
otros necesarios para crear conciencia de la importancia para toda sociedad de
un comportamiento ejemplar de cada uno de sus ciudadanos. Motivamos a los
fieles laicos, a integrarse en la actividad política partidista pero siempre
observando los principios morales a que hemos aludido (literal b).
El Derecho Canónico es claro respecto a la no
participación partidista de los sacerdotes (canon 287 §2). Es parte de nuestra
misión formar a los feligreses en la escuela de los valores éticos y morales,
para que puedan, por sí mismos, hacer
una lectura crítica de la realidad y discernir lo que es mejor para todos (literal
c).
Invitamos a participar en las
elecciones como a una fiesta democrática. Que ganen quienes el pueblo elija, y
que los demás acepten los resultados (literal f).
Rogamos a Nuestra Señora de la
Altagracia, Protectora del pueblo dominicano, que interceda por nosotros ante
su Hijo Jesús y que nos ampare en este caminar entre luchas y esperanzas (n.
33). Les bendicen,
Conferencia
del Episcopado Dominicano.
[1]
Cf.
Concilio Vaticano II, Constitución Apostólica Gaudium et Spes, sobre la Iglesia y el mundo actual. Proemio, nn.1
y 42.
Hechos que son Noticias
No hay comentarios:
Publicar un comentario