17/07/2024

HAY QUE TOMAR DECISIONES CON TODAS SUS IMPLICACIONES

 P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com

Los seres humanos siempre estamos decidiendo. Cuando no lo hacemos nosotros, entonces otros toman la decisión. No es fácil decidir, enfrentar situaciones, verse en la obligación de asumir partido ante realidades complejas y confusas en la vida, tales como: mudarse, estudiar, iniciar un trabajo, casarse. En fin, toda decisión implica sacrificio y riesgo, porque es parte de la cuota existencial que nos toca pagar. Y es precisamente en este punto, donde aparecen el miedo y la duda, porque todos quieren tomar decisiones, pero a la hora de pensar en lo que implica, el cuerpo y la mente se paralizan.

Por eso, no hay decisiones sin implicaciones. Decidir es dejar y asumir, pero no solo una parte, tampoco lo que solamente me gusta y me agrada. Decidir es acoger todo, lo bueno y lo malo, lo que agrada y desagrada de lo que aparece en la cotidianidad. Es bueno tener esto presente, porque en cada decisión hay dos realidades: lo que puedo ver, analizar, comprender, y la otra parte, es precisamente esa que no se ve, la que desconozco, en otra palabra, la que implica fe y firmeza.

Sin embargo, creo que va en aumento esa actitud de vivir sin tomar decisiones, dejando que todo vaya según la circunstancia, inclinando la balanza de acuerdo como sople el viento. Es decir, que muchos optan por creer que son barcos, y que la dirección estará para donde indique la marea. Incluso, puede ser que existan personas que piensen que son más felices porque viven sin rumbo, sin objetivos, simplemente por mirarse como seres humanos que aspiran a estar de modo pasivo hasta que “Dios quiera”, pues parece que se olvidan de que Dios siempre quiere lo bueno, lo noble y el desarrollo integral de las personas.

Decidir también es buscar la felicidad, lanzarse al porvenir. Abandonar lo que nos hace daño y nos quita la paz. Porque quien no actúa y ejecuta nuevos planes y proyectos en su existencia, está condenado a permanecer en el pasado, y sujeto a vivir a lo antiguo. Contrario al que, con los pies en la tierra y con la mirada en el cielo, está dispuesto a no quedarse en el mismo lugar, a encontrar lo que Dios le tiene prometido. Pero para eso tiene la conciencia clara de que debe moverse, jamás quedarse estático esperando que todo caiga de lo alto.

Para ser feliz, para tener paz y para alcanzar madurez, es necesario tomar decisiones con todas sus implicaciones.Nada se logra en este mundo sin decisiones, firmes y claras. Aunque en ocasiones duela, cueste y nos produzca una sensación amarga tomarlas. Debemos entender que decidir es purificar, crecer y abrirse paso a la estatura emocional, psicológica, humana y espiritual por la cual todos fuimos creados. Lo que significa, en definitiva, que las decisiones son propias de la naturaleza humana, que son parte del proyecto salvífico de Dios y que son la única vía de darnos cuenta que somos realmente libres y dignos de la existencia humana.

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