HECHOS QUE SON NOTICIAS: MARIA SE PUSO EN CAMINO

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Hoy tenemos la gran oportunidad de celebrar el IV y ultimo Domingo de Adviento, con el encendido del cuarto cirio, para darle paso a lo que será propiamente dicho el tiempo hermoso de Navidad, tiempo para el encuentro con Jesús, el compartir en familia, participar en las actividades de la Iglesia, encontrarnos con amigos, visitar familias, visitar pueblos, participar en cenas, convivencias, entre otras cosas.

Me detengo un poco en el Libro del profeta Miqueas, cuando el Señor dice: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas de Judá, de ti saldrá el jefe de Israel. Me llama poderosamente la atención esta frase y nos confirma lo que ya nosotros sabemos y es que el Señor de lo pequeño e insignificante saca siempre grandes cosas. Por eso se diferencia de nosotros los seres humanos que muchas veces nos enfocamos y nos detenemos en los grandes acontecimientos y en las cosas multitudinarias.

“En pie, pastoreará con la fuerza del Señor, por el nombre glorioso del Señor, su Dios. Habitarán tranquilos, porque se mostrará grande hasta los confines de la tierra, y ésta será nuestra paz.”

Es decir, que ya el profeta había profetizado en torno a Jesús como ese gran pastor, que guiado y con la fuerza de Dios lograría la tranquilidad de su pueblo, siendo el mismo Jesús la verdadera paz.

Es por ello por lo que somos capaces de decir en este tiempo con el Salmo: “Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.” Que con el encendido del cuarto cirio se despierte en nosotros el deseo y la necesidad de que realmente el Señor nos restaure, que seamos personas nuevas, que pueda brillar el rostro de Dios en nuestra vida, que nos salve y nos sane.

Que con la Carta a los hebreos podamos decir sin ningún temor: “Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.” Así nuestra semejanza con María una de las figuras centrales del adviento, será notoria y nos convertiremos en testigos fieles para otros hermanos nuestros.

En el Evangelio según San Lucas, encontramos un pasaje rico en contenido, en teología y espiritualidad. El hagiógrafo hace volar nuestra imaginación al expresarnos a viva voz que: “En aquellos días, María se puso de camino y fue a prisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.”

Hoy no solo María está invitada a ponerse en camino, ya que la vivencia cristiana y su exigencia es un constante ponernos en camino, pues solo los que son valientes y decidido al ponerse en camino logran sus metas, proyectos y sueños en la vida, nadie que se ha quedado cruzado de brazo y estático ha logrado nada.

Cuando María entra a Casa de Zacarías y saluda transmite el Espíritu Santo y la alegría que este Espíritu comporta, ella portadora del Espíritu Santo da como regalo y como don a Isabel el Espíritu Santo.

“En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!” Solo el que tiene el Espíritu Santo es capaz de bendecir al otro y reconocer sus grandezas, dones y carismas.

“¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” Aquí se da de manera publica un gesto de humildad y al mismo tiempo una profesión de fe muy marcada. En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

No podemos olvidar que la alegría es uno de los elementos que caracteriza al Espíritu Santo. “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.” Son las últimas palabras de Isabel, reconociendo la gran dicha de María al creer y una profecía a cumplirse por la fe, entrega, creencia y obediencia de María.

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