Padre Manuel Antonio García Salcedo. Arquidiócesis de Santo Domingo*
San Pablo VI, Giovanni Battista Montini, nació, el 26 de septiembre de 1897, asistente en 1937 del Cardenal Pacelli, Secretario de Estado del Vaticano. Para 1952, Pío XII lo nombra Pro-secretario de Estado, y en 1954, Arzobispo de Milán, donde sería conocido como el Arzobispo de los obreros.
En diciembre de 1958 fue creado Cardenal por Juan XXIII quien le otorgó un importante rol en la preparación del Concilio Vaticano II.
Elegido Papa el 21 de junio de 1963 concluyó y promovió el Concilio en base a la conciencia, la renovación y el diálogo de fundamento Pneumatológico. su Teología del Espíritu Santo lleva a una relacionalidad con su Persona, su habitación es la Comunidad Eclesial y el alma del creyente por medio a las mediaciones del Misterio o Sacramentos de la Iglesia.
Ei Papa Montini al hacer especial mención del Espíritu Santo en clave dialogante, cuyas fuentes son la revelación y de la Tradición eclesial, estructuró su mensaje en tres líneas pneumatológicas constantes:
-Dios es amor: por el Espíritu entramos en la vida trinitaria a un misterio, no de soledad, sino de comunión vital con el Dios Uno en tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios es un Dios vivo y amante (Sb 9, 13-18).
-La Liturgia de la Iglesia: le confiesa como Espíritu, principio de novedad en la creación… Ven, Espíritu Creador. El Espíritu de Dios es Dios mismo dándose y haciéndose conocer por nosotros, nos enseña a reconocer a Jesús, lo que El significa, la novedad que nos trae y a la que nos lleva una vez conocido Jesús, a situarnos correctamente, según Dios, ante toda otra realidad en nuestra situación histórica concreta aquí y ahora.
La función del Espíritu es ponernos en una nueva situación con relación a Dios, ponernos en relación de filiación. No sólo nos hace exclamar «Abba, Padre», sino que nos da la confianza para hacer realidad lo que esto significa; es decir, nos da conciencia, audacia y responsabilidad para ser hijos de Dios. Aquí se debe recordar la oración final de Jesús en la Última Cena (Jn 17).
El Espíritu es la plenitud de Jesús que sigue actuando a través de todos los tiempos y lugares hasta la eternidad. Únicamente Jesús es Señor del Espíritu, nosotros no podemos disponer de El a nuestro antojo. La llegada del Segundo Enviado en Pentecostés no tiene menos importancia que la llegada del Primero en la Encarnación.
-El Espíritu renueva la faz de la tierra: Lo renueva todo, porque da un nuevo sentido a todas las cosas. El Espíritu es renovador porque es el Espíritu de la verdad (Jn 14, 16-17, 12-13). Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios (1 Co 2, 10-11). No es la misma realidad de Jesús, porque Jesús Dios-Hombre como hombre, sólo pudo vivir unos años circunscrito al espacio y al tiempo. Jesús es el don de Dios dado en un momento histórico concreto. Pero su obra no queda circunscrita a aquel espacio y a aquel tiempo. Vivimos de la fuerza transformadora y viva del mismo Jesús que se nos da en su Espíritu en la Eucaristía y en los Sacramentos de la Iglesia. No creemos ni recordamos solamente que Cristo, muerto y entregado, sigue viviendo, está vivo; ni tan sólo que está triunfante a la derecha del Padre; sino que aquello que El significaba y que tenía que realizar se está efectivamente realizando; y que Jesús se hace reconocer como Señor y ejerce su señorío sobre la tierra gracias a la actuación, de alguna manera experimentada por el que llamamos «el Espíritu de Jesús».
El diálogo montiniano presupone que el Espíritu Santo siempre presente en la vida de la Iglesia, perceptible en su liturgia, es referido a nosotros como nos indican los himnos clásicos, recitados especialmente para Pentecostés, el «Veni Sancte Spiritus», y, el «Veni Creator» en los que percibimos la fe en Dios Uno y Trino, su existencia, su naturaleza, sus atributos, la encarnación y la redención del Hijo, temas ampliamente tratados a lo largo de los siglos en relación con el «construir la Iglesia».
*Tesis Doctoral.
Otros temas del mismo autor:
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DILEXIT NOS. NUEVA ENCICLICA DEL PAPA FRANCISCO ACERCA DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS
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