Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Hoy es un día grande para los católicos y para el pueblo dominicano, pues es la celebración de la Solemnidad de la Virgen Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora de este pedacito de tierra conocido como Santo Domingo, celebrar esta gran Solemnidad nos llena de júbilo y nuestro corazón proclama a una voz salve llena de gracia, somos bendecidos como dominicanos y la Madre de Dios a lo largo de estos años nos ha demostrado que ella es una verdadera Madre para cada dominicano, con su protección amorosa y con su trato cálido y cariño tierno.
“Nos dirá el Evangelio de Lucas que, a los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.” Que figura tan importante María la Madre de Dios que el Señor le envían un ángel como mensajero. En ese momento la virgen estaba comprometida con José el justo.
El ángel, entrando a su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú entre las mujeres.” Cuando el Ángel entra a la presencia de María, si por casualidad le faltaba alguna condición humana o de otra índole fue favorecida y equipada para el propósito que Dios tenía para con ella, pues como dice por ahí una frase lapidaria la gracia presupone la naturaleza.
“Ella se turbó ante estas palabras, y se preguntaba qué saludo era aquél.” No debe ser sorpresa para nosotros el saber que la Virgen se turbó frente al Ángel y ante las palabras que él le ofreció, pues era un plano totalmente desconocido humanamente hablando, además era una jovencita con poca experiencia en este aspecto sobrenatural.
El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús.” Fue tan grande el espanto de María que fue necesario que el Ángel la invitara a no tener miedo, a confiar en todo lo que él le estaba anunciando, incluso le pone nombre a la creatura que ya se había gestado en su en su vientre, se llamará Jesús, cuyo significado es Dios salva.
“Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.” El Ángel deja entender que ese hijo será grande, pues será Hijo del altísimo
María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.” María por lo visto sostuvo un dialogo largo con el Ángel, pues lo sigue interrogando, ante el anuncio de aquel extraño e inusual acontecimiento.
“Ahí tienes a tu pariente Isabel que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.” Fue necesario que el Ángel acudiera al milagro de Isabel, aquella mujer anciana y estéril, que estaba esperando un hijo, para lograr convencer a esta muchacha inocente y con una santidad de vida extraordinaria.
María contestó: “Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.” Ante las palabras poderosas del ángel María se hace esclava de Dios y queda sin palabras, totalmente sorprendida y disponible para que en ella se cumpla de manera total el maravilloso plan de Dios para resaltar su persona y salvar a la humanidad caída y embarrada por el pecado.
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