“Pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”
P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com
En la actualidad, muchos pueblos en el mundo gozan de libertad, del reconocimiento de su soberanía como país y como nación. En el pasado hubo guerras, batallas, pero con el tiempo la paz fue el resultado de tantos conflictos, que en última instancia fue necesario para obtener una sociedad diferente. El esfuerzo de hombres y mujeres hizo posible las alegrías presentes que han sido trasmitidas a hijos y a nietos. Si olvidamos esto, entonces surgirá la famosa frase: “pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla”.
Hoy la libertad es un concepto muy abstracto cuando se pronuncia de palabra y no se contextualiza, y más aún, si se deja a un lado el ejemplo de todos aquellos que prefirieron morir antes que seguir viviendo bajo la dominación de otro ser humano igual que ellos. De aquí la frase que fue utilizada por Dolores Ibarruri,Emiliano zapata, Ernesto che Guevara, entre otros, aquella que dice: “Prefiero morir de pie que vivir de rodillas”. Porque por naturaleza fuimos creados para ser libres, para hacer valer nuestros derechos y deberes. Nadie nació para vivir en la esclavitud, aunque en la Edad Antigua se creía que sí, que no todos nacían con esta facultad, pero el tiempo demostró todo lo contrario; la dignidad de cada individuo provocó el cambio de mentalidad.
El miedo es el peor enemigo que tiene el ser humano. Cuando nuestro corazón se siente amenazado por fuerzas exteriores, se puede optar por dos caminos: vivir bajo ese sentimiento aterrador, dejando que los sueños se mueran dentro de nosotros o hacerle frente a esa realidad a través de la voluntad y de una decisión personal. Muchos eligen la primera porque para ellos, la vida no es más que caprichos personales e individualismo absoluto, mientras que la minoría, pero con conciencia clara, toma la segunda, a pesar de que reconocen que pueden perder su existencia, por defender sus criterios, y por ayudar a los demás a salir de la masificación social.
La muerte sabe a gloria cuando lo que hacemos vale la pena. Cuando somos capaces de mostrarle a los que buscan hacer distinción de personas: por el poder, el privilegio o por su egoísmo, que nuestra vida no es una marioneta, ni tampoco un control remoto que se pueda utilizar de cualquier manera. Es ponerle música a nuestros sentimientos para que los que viven tiranizándonos respeten nuestra personalidad.
Todo cuesta en nuestra existencia. Los sacrificios son el sello que llevan quienes tomaron la vida social como un deber, como una responsabilidad. El dolor estará al principio de cada riesgo que asumimos, porque no triunfo sin esfuerzos, pero el trago amargo lentamente se volverá dulce. Despertaremos y nos daremos cuenta es imposible ser feliz permitiendo que seres humanos manipuladores y sin el mínimo sentir humano quieran adueñarse de la vida de todos. Por eso, los grandes hombres que han pasado por nuestra humanidad dieron su sangre a cambio de libertad, a cambio de independencia, para que tú y yo continuemos el mismo camino sin vacilar.
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