Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
Continuamos avanzando con
mirada optimista y espíritu fortalecido, hoy celebramos el octavo (VIII) Domingo
del Tiempo Ordinario, es una bendición profundizar y reflexionar en torno a la
palabra de Dios, este nos humaniza, nos ilumina y nos provee un gozo y una
esperanza que con palabras es difícil de explicar.
Por su parte en el
Evangelio encontramos que, en aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una
parábola: “¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el
hoyo? La persona considerada un líder, un guía, un pastor,
un gestor, un emprendedor y sobre el cual se confía mucho y se pone al frente
de una comunidad, una diócesis, una empresa, un ministerio, una escuela, un
distrito, una regional, en fin, otros espacios para dirigir personas, ha de ser
un ser humano lleno de luz, preparado a nivel académico, a nivel de fe, un
hombre o una mujer prudente, delicado y sobre todo que sea humano.
“Un ciego jamás podrá
guiar a un ciego, sólo un hombre o una mujer de Dios puede guiar a un ciego, es
decir, tiene la capacidad y está dotado de carismas y dones que garantizan
cualquier proceso que tenga que ver con el crecimiento humano y que amerite de
un proceso serio y honesto para tales fines.
“Un discípulo no es más
que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.” Estamos
hablando aquí de algo que pesa lo que vale el oro, es decir, hablamos de la
humildad un don que galardona la vida de cualquier persona y lo hace más
agradable, valioso y merecedor de todo reconocimiento, el maestro es siempre
más que el discípulo y si por alguna razón el discípulo supera al maestro por
respeto y agradecimiento no debe querer sobresalir por encima de su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu
hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes
decirle a tu hermano: “Hermano, déjame que te saque la mota del ojo”, ¿sin
fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de
tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Muchas veces en la vida
somos tan hipócritas, falsos, poco sinceros, papeleros, que llegamos hasta el
ponto de criticar a otros y no me estudio, ni me evaluó cómo ando yo, tengo
tiempo de sobra para cuestionar, juzgar, criticar la vida de otros y no reparo
en la mía, cómo la estoy viviendo, como soy y cómo estoy en mi exterior y más importante en mi
interior.
“No hay árbol sano que dé
fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su
fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de
los espinos.” Cada uno de nosotros es ese árbol sano o
ese árbol dañado, luchemos por ser árbol sano, que aprendamos a ofrecer rosas a
aquellos que nos ofrecen basura, que yo sea capaz de decir el problema soy yo
en la casa, en el trabajo, en la familia y desde ahí edificar un proyecto de
vida robusto y firme, en donde los que tengan contacto conmigo y compartan los
espacios que yo frecuento se sientan acogidos, amados, valorados, aceptado y
veremos como todo florece y fructifica para bienestar de todos.
“El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca.” Que rebose la bondad y el amor en nuestros corazones para que podamos hablar palabras que transforman y edifican para bien nuestro y para gloria de Dios.
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