AIRE96FM

08/06/2025

“ES NECESARIO UN PENTECOSTES”

 Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Hoy día de Pentecostés nos encontramos con uno de los momentos más conmovedores y transformadores del Evangelio: Jesús resucitado se aparece a sus discípulos, no como un espíritu extraño ni como un juez severo e inmisericorde, sino como el Cristo vivo que trae paz, perdón, amor y misión.

“Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas por miedo a los judíos.” Aquí hay una escena de encierro y miedo, pero sepamos que donde se dan estos elementos falta el Espíritu del Resucitado que es libertad y seguridad.

No es un secreto que los discípulos están paralizados, encerrados no solo físicamente, sino espiritualmente. El miedo los ha hecho prisioneros, robándole la libertad y la paz.  Es una imagen profunda y grafica de lo que el pecado y la desesperanza hacen en nosotros: “Nos aíslan, nos encierran, nos impiden amar y confiar.”

Pero de pronto, Jesús se hace presente. No necesita puertas abiertas, porque el amor de Dios no conoce barreras, obstáculos ni impedimentos, él vence todo a su paso.

Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes.” Primero se pone en medio de ellos y luego les ofrece la paz, es decir, su presencia engendra seguridad y el miedo se convierte en paz.

A sus discípulos el Señor no los reprende. No les reclama su huida, negación ni su traición. Les da paz.

Esta paz no es solo ausencia de conflicto, sino plenitudrestauraciónreconciliación con Dios, con uno mismo y con los demás. Es la misma paz que brota del corazón de quien ha vencido a la muerte. Esta paz es un don pascual. Y hoy, también a nosotros, Jesús nos dice: “La paz esté con ustedes”.

Luego, Jesús hace algo especial y extraordinario a favor de sus amigos:

“Sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados.”

Aquí vemos un verdadero Pentecostés, un nuevo Génesis. Al igual que en la creación Dios sopló aliento de vida en el ser humano, ahora Jesús sopla el Espíritu que da vida nueva, la vida del Resucitado. Es el inicio de una nueva creación, donde el pecado ya no tiene la última palabra, sino el perdón, el amor y la misericordia divina.

Muestra de que el Espíritu de Dios es libre y libera, no se queda encerrado. Jesús les dice:

“Como el Padre me envió, así también los envío yo.”

Se engendra de esta manera el corazón robusto de nuestra vocación cristiana: ser enviados como testigos del perdón y la paz. No basta con recibir el Espíritu; estamos llamados a llevarlo al mundo, a perdonar, a sanar, a liberar.

Sin duda, este Evangelio es una invitación a abrir las puertas de nuestro corazón, a dejar que Cristo entre con su paz, a dejar que su Espíritu transforme nuestros miedos en misión.

Que en este tiempo culminación de la pascua y solemnidad de pentecostés renovemos nuestra confianza en el Resucitado. Que no vivamos como si Jesús aún estuviera en la tumba. Él vive, y nos envía. Vivamos, entonces, como resucitados: perdonando, amando y dando paz.

Solemnidad: Ascensión del Señor. Ciclo C

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