IDENTIDAD CATOLICA
Padre Manuel Antonio García Salcedo PhD. Arquidiócesis de Santo Domingo*
Terminada la cincuentena pascual, la Iglesia Católica retoma el tiempo litúrgico ordinario, es decir, el tiempo de la perseverancia en medio de la rutina de cada día. Tiempo de esperanza ante el tedio y las dificultades que implican el trabajar por el pan de cada día. Resonancia de los tiempos fuertes o acentuados del Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo son las celebraciones que se suceden al día de Pentecostés.
Por el Papa Francisco, tenemos la gracia de celebrar, terminada la Pascua, el lunes seguido a Pentecostés, a María, Madre de la Iglesia. verdadera puerta que da acceso a las siguientes expresiones de fe tan populares y sentidas del Pueblo de Dios.
La primera expresión litúrgica de alto grado del Tiempo Ordinario es la Fiesta de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Una de las tres celebraciones del año litúrgico dedicadas a los sacerdotes ministeriales. Después del Jueves Santo en que Cristo instituye la Eucaristía, el Sacerdocio Ministerial en los sucesores de los Apóstoles, los Obispos y sus colaboradores inmediatos, los Presbíteros y la vivencia practica del mandamiento del amor que son la realización de las Obras de Misericordia, el aniversario de la Ordenación Sacerdotal de cada ministro y a la que hoy nos referimos.
Inmediata Fiesta celebrada al jueves siguiente al Domingo de Pentecostés, hacemos la aclamación: Tu eres Sacerdote Eterno, Según el rito de Melquisedec. Orar por los Sacerdotes y su conversión permanente. Confesarse con frecuencia y comulgar, no solamente en Domingo, sino con la mayor frecuencia posible entre semana, de manera que se cumpla la petición central del Padre Nuestro: Danos hoy nuestro Pan de cada día. No dejar que pase un día en que no hagamos una obra de caridad, ayudar a los más necesitados, signo que el Reino de Dios ha iniciado y se ha implantado entre nosotros con la fuerza de derrotar las fuerzas oscuras del mal, el egoísmo y la opresión contra la gran parte de la población que habita esta tierra.
En estas tres fechas sacerdotales, un signo hermoso que se realiza, por el bien del sacerdote ordenado y por la toma de conciencia de todo el Cuerpo Místico de Cristo, es el besar las manos que fueron ungidas por el Obispo Titular con el Santo Crisma con la finalidad de bendecir, consagrar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, administrar las Cosas Santas, imponer las manos para perdonar los pecados y consolar a los enfermos, así como impartir los Sacramentos de la Iglesia. No podemos olvidar que quien ha recibido la plenitud del Sacerdocio Ministerial es el Obispo, y el ejercicio episcopal se realiza en comunión con los demás Obispos, que están bajo la obediencia del Sucesor de San Pedro y San Pablo, el Papa, Obispo de Roma.
Tres son las celebraciones restantes con categoría de Solemnidad referidas directamente a la persona de Cristo en el Tiempo Ordinario: Domingo de la Santísima Trinidad, cumbre de la antigua octava de Pentecostés, el Jueves de Corpus et Sanguinis Christi, celebrado el segundo jueves después de Pentecostés y el Sagrado Corazón de Jesús, el viernes siguiente al Corpus Christi.
Otras celebraciones en grado de Solemnidad del Tiempo Ordinario con fecha fija son: 24 de junio, Nacimiento de San Juan Bautista, 29 de junio, Santos Pedro y Pablo, 1 de noviembre, Todos los Santos y el 15 de agosto, Asunción de la Virgen María. Nos interesa compartirles en las siguientes entregas el sentido de estas expresiones litúrgicas de la Fe de la Iglesia Católica.
*Doctor en Teología Católica
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