AIRE96FM

02/08/2025

“ATESORAR PARA DIOS”

 Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

Seguimos este camino de crecimiento espiritual, estamos justo en el Decimoctavo (XVIII) Domingo del Tiempo Ordinario y la palabra en su dinamismo y renovación siempre nos sorprende con un mensaje de esperanza. Es una invitación directa a un desapego total y consciente de aquellas cosas que se pueden robar nuestro corazón y una mirada profunda en fe y compromiso sobre el ser supremo, tesoro y riqueza incomparable.

En el Evangelio encontramos una especie de dialogo entre Jesús y su interlocutor: “Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia”. Él le dijo: “Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?”.  El tema de la herencia como ente de división y factor de conflicto es tan antiguo como la humanidad misma, al parecer en el corazón del ser humano se va tejiendo poco a poco una especie de codicia insaciable que va carcomiendo todo tipo de relación cercana.

“Dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia” por lo visto aquí hay problema serio, un hermano que exige su herencia y el otro que se niega a concedérsela. Las herencias como he recalcado más arriba han sido culpables de grandes divisiones familiares, seamos celadores y no permitamos que esto siga sucediendo a lo interno de nuestras familias.

 Les dijo: “Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”.  Se hace necesario que aprendamos a guardemos para Dios, él es el único que nos garantiza la tranquilidad y la realización verdadera, otras cosas son pasajeras, que hoy están y ya mañana no, sólo Dios permanece y perdura.

Y les propuso una parábola: “Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. La preocupación de este hombre era el no saber dónde almacenar su cosecha, caramba, paradoja de la vida mientras hay tantos que lloran por el hecho de que lo sembrado no dio cosecha y por lo tanto se perdió también la inversión.

Se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes”. Hermanos hoy la necesidad no es derribar los graneros para construir otros más grandes, más bien se necesita de corazones más solidarios y desprendidos, que sepan dar y ofrecer a otros que por una razón u otra no tienen nada, así empezaremos a derribar los graneros y los muros que crean divisiones e injusticias y engendran egoísmos y desigualdades entre nosotros.

Entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Recordemos lo que dice san Agustín: “No hay nada más peligroso que un alma insaciable de cosas mundanas, pero nada más noble que un alma insaciable de Dios.” Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios.

XV Domingo.  Tiempo Ordinario. Ciclo C

“LOS ENVIO DE DOS EN DOS”

Solemnidad: San Pedro y San Pablo, Apóstoles

Santísima Trinidad. Ciclo C

Lecturas      Homilías     Moniciones

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