AIRE96FM

10/09/2025

ENTRE LA PRISA Y LA PRUDENCIA

 P. Luis Alberto De León Alcántara Email: albertodeleon_011@hotmail.com

Todos en algún momento de nuestra vida hemos andado con prisa. Ya sea porque se nos hace tarde para llegar al trabajo, colocamos el tiempo equivocado en la alarma o simplemente, porque nos confiamos con el tiempo que hemos calculado en nuestra mente y no en la realidad. Es decir, que la prisa es un lenguaje universal en este mundo. Y sin ser matemático, podemos afirmar que, a mayor prisa menos prudencia, y cuando sucede lo contrario, menor prisa, mayor prudencia, los resultados son distintos.

Es conocido el libro de Baltasar Gracián “El arte de la prudencia”. En esta obra, a través de frases, reflexiones y experiencias, el autor nos deja saber que fruto del tiempo, del conocimiento y la madurez, es posible asumir en la vida la prudencia. Mientras que la prisa es justamente la ausencia de todos los elementos mencionados de la prudencia. De aquí que, dadas estas informaciones, podemos afirmar que cualquiera puede andar con prisa pero pocos andan con prudencia. Además, también el papel de las emociones, la disciplina y la visión de la vida, son de igual manera elementos fundamentales para vivir como un ser prudente y sabio a la vez, porque una cosa lleva a la otra.

A lo mejor, quienes viven con prisa, no tienen, por decirlo así, la capacidad o la conciencia de hacerse preguntas puntuales y necesarias. Por ejemplo, ¿a qué se debe tanta prisa?, ¿qué lograré viviendo de esta manera?, ¿cuáles serían los resultados de vivir de esta forma?, ¿me pasaré la vida con este estilo de vida?

Estas cuestionantes no son para agobiarse la vida, todo lo contrario, son para simplificarla, ya que una persona prudente no vive al ritmo de los tiempos, sino dentro del contexto de su circunstancia. Por eso se le atribuye a Napoleón Bonaparte la expresión conocida, “Vísteme despacio, que voy de prisa”, que podría interpretarse como, “vamos con cuidado para llegar seguros”.

Sin embargo, seamos realistas, la prudencia es fruto de la edad, de los tropiezos de la vida, de la conciencia analizada ante diversos hechos que provocan una parada, un inventario personal y una decisión firme para no repetir los mismos errores. Pues, si nos fijamos bien, en el fondo, la prisa es resultado de la falta de organización, de vivir de la imaginación y no de la realidad, y sobre todo, es el resultado de creer y pensar que el tiempo debe esperarnos a nosotros, y no al revés.

En resumen, la prisa lleva al fracaso, a un abismo sin retorno; conduce al ser humano a encontrarse con sus propios vacíos e inmadureces. Lo vuelve ciego, sordo y mudo. Diferente a la prudencia, que hace posible colocar la paz por encima del dinero, la familia de primero y los demás de segundo. En otras palabras, los resultados personales, son la respuesta de si estamos montados en el tren de la prisa o si estamos sentados en la silla de la prudencia. Por tanto, en algún momento del día o de la noche, no te quitará el tiempo preguntarte, ¿estoy viviendo con prisa o con prudencia?

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