AIRE96FM

05/10/2025

El Diálogo Montiniano (San Pablo VI)

III Parte

IDENTIDAD CATÓLICA

Padre Manuel Antonio García Salcedo PhD. Arquidiócesis de Santo Domingo*

El Espíritu renueva la faz de la tierra: Lo renueva todo, porque da un nuevo sentido a todas las cosas. El Espíritu es renovador porque es el Espíritu de la verdad:

Juan 14, 16-17

Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque mora con ustedes y estará en ustedes. 

Juan 15, 12-13

Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que este: el de dar la vida por los amigos. 

Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios:

1 Co 2, 10-11

Pero a nosotros nos lo reveló Dios por medio de su Espíritu, pues el Espíritu escudriña todo, hasta las profundidades de Dios. En efecto, nadie nos conoce como nuestro espíritu, porque está en nosotros. De igual modo, sólo el Espíritu de Dios conoce las cosas de Dios.

No es la misma realidad de Jesús, porque Jesús Dios-Hombre como hombre, sólo pudo vivir unos años circunscrito al espacio y al tiempo. Jesús es el don de Dios dado en un momento histórico concreto.

Pero su obra no queda circunscrita a aquel espacio y a aquel tiempo. Vivimos de la fuerza transformadora y viva del mismo Jesús que se nos da en su Espíritu en la Eucaristía y en los Sacramentos de la Iglesia.

No creemos ni recordamos solamente que Cristo, muerto y entregado, sigue viviendo, está vivo…

ni tan sólo que está triunfante a la derecha del Padre; sino que aquello que El significaba y que tenía que realizar se está efectivamente realizando…

y que Jesús se hace reconocer como Señor y ejerce su señorío sobre la tierra gracias a la actuación, de alguna manera experimentada por el que llamamos «el Espíritu de Jesús».

El diálogo montiniano (San Pablo VI) presupone que el Espíritu Santo siempre presente en la vida de la Iglesia, perceptible en su liturgia, es referido a nosotros como nos indican los himnos clásicos, recitados especialmente para Pentecostés, el «Veni Sancte Spiritus», y, el «Veni Creator» en los que percibimos la fe en Dios Uno y Trino, su existencia, su naturaleza, sus atributos, la encarnación y la redención del Hijo, temas ampliamente tratados a lo largo de los siglos en relación con el «construir la Iglesia».

Texto en latín Veni Sancte Spíritus,
Et emítte caélitus
Lucis tuæ rádium.   2. Veni pater páuperum,
Veni dator múnerum,
Veni lumen córdium.   3. Consolátor óptime,
Dulcis hospes ánimæ,
Dulce refrigérium.   4. In labóre réquies,
In æstu tempéries,
In fletu solátium.   5. O lux beatíssima,
Reple cordis íntima
Tuórum fidélium.   6. Sine tuo númine,
Nihil est in hómine,
Nihil est innóxium.   7. Lava quod est sórdidum,
Riga quod est áridum,
Sana quod est sáucium.   8. Flecte quod est rígidum,
Fove quod est frígidum,
Rege quod est dévium. 9. Da tuis fidélibus,
In te confidéntibus,
Sacrum septenárium.   10. Da virtútis méritum,
Da salútis éxitum,
Da perénne gáudium.   Amen. Alellúia.
Texto en español   Ven, Espíritu Santo,
y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.   2. Ven padre de los pobres,
ven dador de las gracias,
ven luz de los corazones.     3. Consolador óptimo,
dulce huésped del alma,
dulce refrigerio.   4. Descanso en el trabajo,
en el ardor frescura,
consuelo en el llanto.     5. Oh, luz santísima:
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.     6. Sin tu ayuda
nada hay en el hombre,
nada que sea inocente.     7. Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido,
cura lo que está enfermo.   8. Doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.   9. Concede a tus fieles
que en ti confían,
tus siete sagrados dones.     10. Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación,
dales el eterno gozo.   Amén. Aleluya.  
Texto en latín   Veni Creátor Spíritus,
Mentes tuórum vísita:
Imple supérna grátia
Quæ tu creásti péctora.   2. Qui díceris Paráclitus,
Altíssimi donum Dei,
Fons vivus, ignis cáritas,
Et spiritális únctio.   3. Tu septifórmis múnere,
Dígitus patérnæ déxteræ,
Tu rite promíssum Patris,
Sermóne dittans gúttura.   4. Accénde lumen sénsibus,
Infúnde amórem córdibus,
Infírma nostri córporis
Virtúte firmans pérpeti.   5. Hostem repéllas lóngius,
Pacémque dones prótinus:
Ductóre sic te praévio,
Vitémus omne nóxium.   6. Per te sciámus da Patrem,
Noscámus atque Fílium,
Teque utriúsque Spíritum
Credámus omni témpore.   7. Deo Patri sit glória,
Et Fílio, qui a mórtuis
Surréxit, ac Paráclito,
In sæculórum saécula. Amen.   ℣. Emítte Spiritum tuum et creabúntur. T. P. Allelúia.
℟. Et renovábis fáciem terræ. T. P. Allelúia.   Orémus.
Deus, qui corda fidélium Sancti Spíritus illustratióne docuísti: da nobis in eódem Spíritu recta sápere, et de ejus semper consolatióne gaudére. Per Christum Dóminum nostrum. ℟. Amen.  
Texto en español   Ven, ¡oh, Espíritu Creador!, visita las almas de los tuyos, llena de tu gracia divina los corazones que Tú creaste.     2. Tú, que eres llamado Paráclito, don del altísimo Dios, fuente viva, fuego, amor y unción del espíritu.     3. Tú, el de los siete dones, el dedo de la diestra del Padre, la promesa solemne del Padre, que dotas de palabra las gargantas.   4. Enciende la luz en nuestros espíritus, infunde tu amor en nuestros corazones, confortando con tu auxilio continuo la flaqueza de nuestra carne.   5. Aleja más y más a nuestro enemigo, y danos pronto la paz, para que así, guiándonos Tú, evitemos todo mal.   6. Haz que por ti conozcamos al Padre, y que conozcamos al Hijo, y que creamos siempre en ti, ¡oh, Espíritu que procedes de ambos!   7. Gloria sea dada a Dios Padre, y al Hijo, que resucitó de entre los muertos, y al Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén.   ℣. Envía tu Espíritu y serán creados. T. P. Aleluya.
℟. Y renovarás la faz de la tierra. T. P. Aleluya.   Oremos:
¡Oh Dios!, que ilustraste los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo; haz que, guiados por este mismo Espíritu, sintamos rectamente y gocemos siempre de su consuelo. Por Jesucristo, nuestro Señor. ℟. Amén.

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