Señor mío y Dios mío, gracias por amarme, por cuidarme y por hacerme sentir tu presencia en cada momento. Sé que mis acciones a veces me distancian de Ti pero también sé que me amas con un amor incondicional e infinito. Ahora, Señor, quiero orar con las palabras del salmista: ”El que mora en el secreto de Elyon pasa la noche a la sombra de Sadday, diciendo a Yahveh. ”¡Mi refugio y fortaleza, mi Dios, en quien confío!” Que él te libra de la red del cazador, de la peste funesta, con sus plumas te cubre, y bajo sus alas tiene un refugio: escudo y armadura es su verdad. No temerás al terror de la noche, ni Ia saeta que de día vuela, ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que devasta a mediodía. Aunque a tu lado caigan mil y diez mil a tu diestra, a tí no ha de alcanzarte". Salmo 91. Mañana espero alabarte y bendecirte con cada una de mis palabras y acciones, que cada persona que se encuentre conmigo pueda sentir tu poder maravilloso.
AMÉN.
P. Alberto Linero Gómez✍
29/11/2018
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