Señor mío y Dios mío, comienza un nuevo día y, como siempre, pongo en tus manos mi trabajo, mis planes para los días venideros, ayúdame a hacerlos con éxito, dame fuerza y optimismo, poder de convicción y, sobre todo, constancia y entrega a mi labor. Te ofrezco mis desilusiones, mis esperanzas inútiles, mis errores y mi cansancio. Quiero que me convenzas que ninguna lucha es perdida y de que mañana cosecharé gozoso lo que aparente ser un fracaso hoy. Te doy gracias por mi profesión que es un servicio y te pido me ayudes a prestarlo con integridad y alegría sabiendo siempre que estoy dispuesto al servicio, a la colaboración y al compañerismo. Gracias con toda la fuerza que soy capaz, porque este día es un nuevo comienzo, gracias por tu presencia que me acompañará en toda la jornada. Quiero comenzar este nuevo día con entusiasmo, con alegría, con una nueva ilusión. Gracias, porque contigo a mi lado sé que así será. Amén.
Por Alberto Linero Gómez✍
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