Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
En esta ocasión
estamos celebrando el Decimonoveno Domingo (XIX) del Tiempo Ordinario, hoy
Jesús en el Evangelio nos invita a un compromiso serio con relación a valorar
el Reino y la necesidad de poseerlo, es de sabios vivir, luchar, enfocarse en
trabajar por y para el Reino, ya que vivir en la tierra y no mirar al cielo es
perder el tiempo y correr el riesgo de perdernos nosotros mismos.
Cuando Jesús hace referencia a inicio del Evangelio
sobre el pequeño rebaño, está diciendo que la comunidad de sus
discípulos, sus amigos, no es poderosa ni numerosa, pero pertenece al Pastor
verdadero. Porque el Padre ha querido darles el Reino”. Aquí la herencia no es
ganada, sino recibida como gracia.
Teológicamente, aquí se revela la doctrina de la
providencia y la gratuidad de la salvación: “El Reino es así iniciativa
amorosa de Dios”.
Jesús nos propone vender lo que se posee y dar
limosna. No se trata de una obligación jurídica, legal, sino de una disposición
del corazón, en libertad plena y consciente. Es la iniciativa valorada en su
justa medida para disponernos a recibir de Dios su Reino.
En este sentido el verdadero tesoro no se acumula
en bienes corruptibles, mundanos, sino en comunión y amistad con Dios. Es por
esta razón que cuando en el Evangelio se nos propone la frase: “Donde está
tu tesoro, allí estará tu corazón”. Se presenta un principio espiritual
clave: el corazón humano se orienta hacia aquello que valora supremamente y lo
descubre como trascendente. Es por ello por lo que vivir desprendidos es vivir
listos para el Reino.
“Estén listos, con las lámparas encendidas:” Jesús usa la imagen del siervo
que espera a su señor que regresa de una boda, por eso a su llegada no hay
tiempo que perder, el siervo está listo para servir a su Señor. Ceñir la
cintura, conlleva esa misma actitud de ofrecer un servicio con prontitud.
La imagen de las lámparas encendidas se interpreta
como perseverancia en la fe y en las buenas obras, como verdaderas vírgenes
prudentes. La teología de la vigilancia aquí es dinámica: no es miedo
paralizante, sino esperanza activa.
Pedro como siempre pregunta si la parábola es para
todos o solo para los discípulos cercanos, y Jesús responde con otra imagen: “El
administrador fiel y prudente”. Es por ello, que la autoridad en la Iglesia
es administración, no propiedad. Quien ha recibido más (conocimiento, dones,
carismas, autoridad), será medido con mayor exigencia: “A quien mucho se
le dio, mucho se le exigirá”.
En este sentido se fundamenta la teología de la responsabilidad
y la rendición de cuentas: el discipulado implica mayordomía del tiempo, de
los dones y de la misión.
Finalmente,
un enfoque teológico de algunos puntos de este pasaje: Jesús es el Señor que se
ausenta y regresa, figura mesiánica que vendrá a consumar el Reino. La espera
de la segunda venida no es pasiva, sino activa, marcada por la fidelidad y el
servicio. La comunidad es “pequeño rebaño” llamado a la confianza y la
generosidad. Un llamado a un desprendimiento total, en vigilancia y
responsabilidad ante Dios.
Otros temas del padre
Wilkin
XVIII Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C
XV Domingo. Tiempo Ordinario. Ciclo C
Solemnidad: San Pedro y San Pablo, Apóstoles
Para escuchar AIRE96FM
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