AIRE96FM

09/08/2025

“VIVIR PARA EL REINO”

Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana

En esta ocasión estamos celebrando el Decimonoveno Domingo (XIX) del Tiempo Ordinario, hoy Jesús en el Evangelio nos invita a un compromiso serio con relación a valorar el Reino y la necesidad de poseerlo, es de sabios vivir, luchar, enfocarse en trabajar por y para el Reino, ya que vivir en la tierra y no mirar al cielo es perder el tiempo y correr el riesgo de perdernos nosotros mismos.

Cuando Jesús hace referencia a inicio del Evangelio sobre el pequeño rebaño, está diciendo que la comunidad de sus discípulos, sus amigos, no es poderosa ni numerosa, pero pertenece al Pastor verdadero. Porque el Padre ha querido darles el Reino”. Aquí la herencia no es ganada, sino recibida como gracia.

Teológicamente, aquí se revela la doctrina de la providencia y la gratuidad de la salvación: “El Reino es así iniciativa amorosa de Dios”.

Jesús nos propone vender lo que se posee y dar limosna. No se trata de una obligación jurídica, legal, sino de una disposición del corazón, en libertad plena y consciente. Es la iniciativa valorada en su justa medida para disponernos a recibir de Dios su Reino.

En este sentido el verdadero tesoro no se acumula en bienes corruptibles, mundanos, sino en comunión y amistad con Dios. Es por esta razón que cuando en el Evangelio se nos propone la frase: “Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón”. Se presenta un principio espiritual clave: el corazón humano se orienta hacia aquello que valora supremamente y lo descubre como trascendente. Es por ello por lo que vivir desprendidos es vivir listos para el Reino.

“Estén listos, con las lámparas encendidas:” Jesús usa la imagen del siervo que espera a su señor que regresa de una boda, por eso a su llegada no hay tiempo que perder, el siervo está listo para servir a su Señor. Ceñir la cintura, conlleva esa misma actitud de ofrecer un servicio con prontitud.

La imagen de las lámparas encendidas se interpreta como perseverancia en la fe y en las buenas obras, como verdaderas vírgenes prudentes. La teología de la vigilancia aquí es dinámica: no es miedo paralizante, sino esperanza activa.

Pedro como siempre pregunta si la parábola es para todos o solo para los discípulos cercanos, y Jesús responde con otra imagen: “El administrador fiel y prudente”. Es por ello, que la autoridad en la Iglesia es administración, no propiedad. Quien ha recibido más (conocimiento, dones, carismas, autoridad), será medido con mayor exigencia: “A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá”.

En este sentido se fundamenta la teología de la responsabilidad y la rendición de cuentas: el discipulado implica mayordomía del tiempo, de los dones y de la misión.

Finalmente, un enfoque teológico de algunos puntos de este pasaje: Jesús es el Señor que se ausenta y regresa, figura mesiánica que vendrá a consumar el Reino. La espera de la segunda venida no es pasiva, sino activa, marcada por la fidelidad y el servicio. La comunidad es “pequeño rebaño” llamado a la confianza y la generosidad. Un llamado a un desprendimiento total, en vigilancia y responsabilidad ante Dios.

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