Frase iluminadora:
“La educación es sinónimo de felicidad, es la otra cara de la pobreza”

La educación puede definirse como el proceso de socialización de los individuos. Al educarse, una persona asimila y aprende conocimientos. La educación también implica una concienciación cultural y conductual, donde las nuevas generaciones adquieren los modos de ser de generaciones anteriores. En tanto, la pobreza, es la situación o condición socioeconómica de la población que no puede acceder o carece de los recursos para satisfacer las necesidades físicas y psíquicas básicas que permiten un adecuado nivel y calidad de vida tales como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, por ello se convierte en uno de los principales motores que activan el empeño para que la educación sirva como medio para lograr una mejor calidad de vida en las personas a nivel mundial. Entre ambos conceptos acontece una estrecha relación, una le sirve de motivación y apoyo a la otra en materia de desarrollo humano, académico y económico. Estar o ser bien educado es estar en vía de desarrollo.
La relación entre la educación y la pobreza es una relación construida. No es obvia o “natural”, no obstante, la idea muy difundida acerca de que la educación es una de las formas privilegiadas de evitar y/o salir de la pobreza. Las ideas de pobreza y de educación son constructos asociados a supuestos e intenciones sociales que responden a los intereses de diversos grupos sociales específicos.
En la República Dominicana, la educación y la pobreza son dos factores esenciales, muy digno de poner atención, ya que desde siempre han sido fuentes de motivación para mejorar la situación social y económica de muchas familias. La familia de estrato social pobre tiende a plantearse metas, para salir de dicho estado, y lo hace haciendo esfuerzos, incluso sobrenaturales. Es por ello que la pobreza, económicamente hablando, puede ser superada a través de la educación, la educación se convierte como ese estandarte, afianzamiento, a través de la cual se adquiere grandes logros y por ende significativos avances en todo lo sentidos.
Es una verdadera realidad que la educación cambia los pueblos, trae esperanzas, beneficios a muchas familias dominicanas. Esto lo evidenciamos en numerosas familias de nuestro país, que viviendo en barrios marginados, sectores muy pobres se han sobrepuesto a sus situaciones, a base de sacrificios, pasando hambre, noches sin dormir, absteniéndose de gustos, por medio de la educación han logrado a avanzar, salir hacia adelante, alcanzando así los sueños propuestos, claro que no sucede en todos los casos.
La realidad social de pobreza en nuestro país es muy amplia, causada por diversos factores, y para muchos expertos en materia de educación es una gran preocupación porque éstos no cuentan con las mismas oportunidades, lo que hace que los/as estudiantes de esta clase social no asimilen los conocimientos necesarios, por la falta de alimentación y de los medios adecuados para que éstos se desarrollen en materias educativas, lo que conlleva que estén cada vez más sumergidos en sus precariedades.
Contar con las necesidades básicas suplidas, espacios adecuados, trabajos dignos a los padres, oportunidades, es garantía para asentar las bases para contar con buena educación, así no habría motivo de enviar a los hijos a temprana edad a incursionar en el mundo laboral, estudiar de noche y se estaría apaleando este mal social (la pobreza), es el gran ideal o mejor dicho la gran realidad que añoramos que acontezca. Pero ¿Quién o quiénes son los responsables para garantizar éstas condiciones? Y ¿Cuáles beneficios traería a las familias afectadas y al país?
Al referirnos de quienes son los responsables para garantizar unas mejores condiciones a las generaciones jóvenes, estudiantes de nuestro país, pienso y me llegan a mi mente rostros y nombres concretos, de padres, de madres, instituciones sociales y estatales, lo que quiere decir que la responsabilidad es de todo/as; pero el mayor rol lo juegan la familia (trabaja las motivaciones) y el Estado dominicano (crea las condiciones), que es éste a grande rasgos el encargado de generar políticas educativas inclusivas, a través del Ministerio de Educación, en aras de favorecer con justicias a la clase baja del país en cuestiones educativas, de igual manera brindar oportunidades, por medio de la empleomanía, para que padres y madres de familias rompen con un ciclo negativo engendrador de pobreza, el cual es transmitido de generación en generación, obligados a construir familias miserables, lo que ciertamente no le conviene a un país en vía de desarrollo.
En materia de beneficios, entiendo que serían incontables los favores que recibirán las familias, tales como garantizar la unidad familiar, la alimentación, aprovechamiento del tiempo por parte de los estudiantes para formarse, habría menos deserción escolar, pues estaría más favorecido y garantizar los procesos de aprendizajes.
La vida de un estudiante, procedente de una familia pobre, no es fácil, sólo hay que ponerse en sus zapatos, es una vida de constante preocupación por las incontables necesidades que pasa, lo que hace que su espíritu vocacional, motivacional y actitudinal cambie. El dinero no lo es todo, pero cuando hace falta, se imposibilita muchas partes de todos los procesos, incluyendo las motivaciones. Una buena educación está acompañada de esos tres factores fundamentalmente, si falta alguno la mesa esta coja.
En definitiva, podemos afirmar con toda certeza, que la educación es una herramienta idónea para combatir muchos males sociales, entre ellos la pobreza, no solo económica, sino también de espíritu, que en ocasión puede ser más fuerte e influyente para siga presente el atraso social en nuestro país. Todos estamos llamados a aportar nuestro gratito de arena (padres, madres, Estado, estudiantes), en materia educativa, para que la realidad social dominicana sea transformada, en la que nuestros estudiantes sean cada vez más favorecidos, a través de una digna educación de calidad, iniciando en la familia, el Estado y la sociedad y los mismos estudiantes en la vivencia de su rol, valorando todo lo bueno que se le pueda ofrecer y a su vez haga camino al andar con responsabilidad y entrega
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