Por P. Wilkin Castillo, San Juan de la Maguana
En este domingo celebramos el día de La Sagrada Familia y hoy profundizamos en el Evangelio de Mateo sobre un acontecimiento muy puntual, me refiero al cuidado y defensa de José en torno a su familia, frente a la amenaza puntual de muerte, José un hombre lleno de Dios y temeroso de Dios.
Si nos detenemos un poco en torno al pasaje nos damos cuenta que en todo este proceso Dios no entra en la historia con poder y seguridad humana, sino con fragilidad. El Niño Jesús, apenas nacido, debe huir. El Salvador del mundo se convierte en perseguido y en refugiado. No hay gloria visible, sino peligro; no hay tronos, sino caminos oscuros hacia Egipto. Así se revela un misterio profundo: “Dios comparte hasta el fondo la vulnerabilidad de la condición humana”.
Así Egipto, tierra de esclavitud para Israel, se convierte ahora en lugar de refugio para el Hijo de Dios. Allí donde antes hubo opresión, Dios abre un camino de protección. Mateo nos recuerda que Dios es fiel a su promesa: “De Egipto llamé a mi hijo”. La historia de la salvación se renueva, mostrando que Dios transforma los lugares de dolor en espacios de esperanza.
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”. En esta lectura se manifiesta de forma muy concreta el cuidado que Dios ha tenido con las familias y de manera específica La Sagrada Familia, Jesús, José y María, esta familia es el modelo para todas las familias del mundo. José el justo escucha las palabras del Ángel y obedece, se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes.
Cuando Herodes muere, el peligro no desaparece del todo. La familia no regresa a Judea, sino que se establece en Nazaret, un lugar pequeño, sin prestigio. Jesús crece en lo oculto, en la sencillez, en el anonimato. Así Dios nos enseña que su proyecto no se construye desde el poder, sino desde la humildad; no desde la fama, sino desde la fidelidad cotidiana.
Este Evangelio nos interpela profundamente: ¿sabemos escuchar a Dios en medio de la noche?, ¿somos capaces de levantarnos y proteger la vida cuando está amenazada?, ¿aceptamos que Dios actúa también a través de caminos inciertos? Este pasaje nos revela que Dios camina con nosotros incluso en el exilio, en el miedo y en la fragilidad, y que ningún lugar, por oscuro que parezca, queda fuera de su presencia salvadora.
José aparece como figura central de obediencia silenciosa. No pregunta, no duda, no retrasa la acción. “Se levantó, tomó al niño y a su madre”. Su fe no se expresa en palabras, sino en decisiones valientes tomadas en la noche. José enseña que amar a Dios es custodiar la vida, incluso cuando eso implica huir, empezar de nuevo y confiar sin comprender del todo.
En ese escuchar, obedecer y levantarse se manifiesta la fe y la confianza que José ya tenía en Dios y que se convirtió en garantía de protección para su familia. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: “Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto”.
Qué fineza la de Dios y que cuidado para aquellos que les son fieles, José se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Otros temas del padre Wilkin
IV Domingo de Adviento. Ciclo A
III Domingo de Adviento. Ciclo A
II Domingo de Adviento. Ciclo A
Para escuchar AIRE96FM
No hay comentarios:
Publicar un comentario