El Papa ha recordado hoy, durante la audiencia general de
los miércoles, que no hay evangelización sin alegría
La Croix.Fuente: Vidanuevadigital.com
El papa Francisco, el pasado 20 de enero, en el saludo a los participantes en un curso de
liturgia en el Pontificio Ateneo de San Anselmo de Roma –el famoso centro
superior de los benedictinos para el estudio de la liturgia–, volvió a recordar
a los sacerdotes que limitaran sus homilías a no más de diez minutos ya que “la homilía no es una conferencia”. Pero, ¿qué
opinan los expertos de este consejo papal?
Muestra de respeto
Para el dominico Franck Dubois, maestro de novicios en el
convento de Estrasburgo y profesor de oratoria, los sacerdotes “no
podemos tomar a los fieles como rehenes”.
Para él, “las homilías deben ser ante todo incisivas, lo que conduce a un
tiempo de palabra más bien corto”, algo que implica distintas nociones según
las cultural. “Lo que me parece lamentable es cuando se tiene la
impresión de que el predicador toma como rehén a la asamblea, cuando esta –salvo contadas excepciones– no va a
abandonar la iglesia ni a mostrar su disgusto por lo que decimos”, insiste.
“Los fieles están a merced del predicador, y limitar el
tiempo de uso de la palabra puede ser una muestra de respeto hacia ellos”, propone. Si bien, destaca, “aparte de la longitud, hay
muchos otros criterios que pueden contribuir a una ‘buena homilía’. Por
ejemplo, me parece que hay que tener cuidado de no caer en la
exégesis académica: se puede
hacer alguna elaboración sobre el contexto del pasaje bíblico, pero no volver a
contarlo –y a menudo bastante mal– ¡parafraseándolo!”.
Por ello propone organizar la predicación en torno a una
introducción, una reflexión doctrinal “y, por último, una palabra
más práctica para vincularla a nuestra vida cotidiana planteando preguntas, proponiendo
retos…” “La palabra del predicador puede verdaderamente edificar y construir,
así como también puede desafiar o destruir”, sentencia.
Contenido y estructura
“Lo que cuenta sobre todo es el contenido
y la estructura de la homilía”,
destaca Luc Desroche, profesor de oratoria. Por ello invita a preguntarse:
“¿Qué relación concreta se establece entre la palabra escuchada y la vida cotidiana?
¿Cuál es el mensaje esencial que queremos que los fieles se lleven a casa?”
Entre los criterios básicos está el llegar a todos, la sinceridad de la
expresión, las emociones transmitidas, lenguaje verbal y visual…
“No hay que
confundir la elocuencia, que es el arte de la oratoria al servicio
del Evangelio, con el sofisma, que
pretende persuadir a cualquiera de cualquier cosa”, advierte el experto. Por
ello lamenta que “en la actualidad, solo tres de los quince seminarios con los
que he contactado siguen impartiendo esta asignatura” que ha estado presente en
la Iglesia desde el siglo XIII hasta el XIX.
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Además de un excelente teólogo, Joseph Ratzinger fue también un gran
comunicador, capaz de utilizar distintos lenguajes y modalidades y de afrontar
el desafío de las redes sociales con valentía y creatividad. Desde las homilías
hasta los tweets, Benedicto XVI situó el tema de la razonabilidad de la fe en
Jesucristo en el centro de su comunicación. Y como Papa emérito se comunicaba a
través del silencio y la oración, formas de expresión distintas, pero no por
ello menos eficaces.
Alessandro Gisotti.Fuente: Vaticannews.va/es
Que fue un gran teólogo es unánimemente reconocido, pero
Joseph Ratzinger fue también un notable comunicador, con un estilo propio y
distintivo, cuyo legado superará sin duda el límite temporal de su existencia
terrenal. El hecho de que Benedicto XVI no fuera un comunicador de masas -por
mucho que atrajera la atención de millones de jóvenes durante la JMJ- no
desmerece en absoluto su estilo de comunicación. En primer lugar, como teólogo
ha demostrado que incluso temas muy intelectuales pueden explicarse de forma sencilla
y estar al alcance de un público amplio y no sólo de especialistas. El éxito de
su Introducción al cristianismo, que sigue siendo -más de 50 años después de su
publicación- un bestseller mundial en las publicaciones religiosas, demuestra
la capacidad innata de Ratzinger para explicar la fe en Jesucristo y hacerlo
con argumentos claros y un lenguaje fascinante y convincente.
Lo mismo puede decirse de la trilogía sobre Jesús de
Nazaret, obra en la que Joseph Ratzinger ha puesto todo su empeño, logrando terminarla
antes de su dimisión, a pesar de las dificultades de gobernar la Iglesia
universal. Se puede decir, por tanto, que Benedicto XVI fue un gran testigo de
la fe -y de su razonabilidad, como se desprende en última instancia de su
testamento espiritual- también por el modo en que supo comunicarla. En
particular, a través de sus escritos, sus discursos (algunos de ellos
memorables, como recuerdan muchos en estos días) y sus homilías, definidas como
"sublimes" por el padre Federico Lombardi por la sabia armonía entre
teología, conocimiento de las Escrituras y espiritualidad.
No obstante, al Papa
alemán no le faltaron gestos ni valor para "arriesgarse" en el vasto
campo de la comunicación. Benedicto XVI fue el primer Pontífice en reunirse con
víctimas de abusos sexuales por parte de clérigos. Un acto de gran
trascendencia también en términos de comunicación en el que Ratzinger situó la
escucha en el centro. Una escucha -como se ha visto en los encuentros durante
sus viajes internacionales- alejada de los focos y marcada por la apertura y la
empatía, condiciones imprescindibles para iniciar ese proceso de conversión del
corazón que Francisco persigue ahora con convicción y que fue la base de la
Cumbre sobre la Protección de Menores de febrero de 2019. Aunque no han faltado
las críticas de algunos medios de comunicación por algunas de sus decisiones,
Benedicto XVI siempre ha mantenido una actitud positiva hacia el mundo de los
operadores de la información y la comunicación. Su conversación con el
periodista alemán Peter Seewald dio lugar a Luz del mundo, un libro que abarca
todos los temas más delicados de su pontificado, tocando incluso el tema de su
dimisión. Benedicto XVI es también el primer Pontífice que ha enviado mensajes
de texto (a los jóvenes de la JMJ de Sidney), que ha dialogado con los
astronautas de la Estación Espacial Internacional, que ha respondido a
preguntas en televisión el Viernes Santo (el de 2011), mientras que en la
Navidad del año siguiente firmó un editorial en el Financial Times centrado en el compromiso de los cristianos en el
mundo actual.
Sobre todo, Benedicto XVI
es el primer Papa que se enfrenta a la irrupción en escena de las redes
sociales, que remodelan profundamente el contexto comunicativo mundial
precisamente en los años de su pontificado. Nada menos que cinco de sus ocho
mensajes para las Jornadas de Comunicación Social están dedicados a este
areópago digital sin precedentes. Juntos constituyen una especie de compendio
del Magisterio de la Iglesia sobre esta nueva realidad que ha cambiado no sólo
la forma en que nos comunicamos, sino también la manera en que nos relacionamos
con los demás. Benedicto XVI capta enseguida el sentido de la revolución
social, que no es tanto un medio que hay que utilizar como un entorno que hay
que habitar. Por eso acuñó el término "continente digital" para
referirse a las redes sociales. Un continente, como los geográficos, que
requiere el compromiso de los fieles -especialmente de los laicos, en línea con
Inter Mirifica- para evangelizar este nuevo territorio de misión. El Papa
también entiende que debe superarse la distinción entre lo virtual y lo real,
ya que lo que se comparte, y se comenta, en las nuevas plataformas tiene
consecuencias concretas en la vida de las personas.
Benedicto XVI anima a los cristianos a
ser testigos digitales en lugar de influencers, a transformar las redes
sociales en "puertas de la verdad y la fe". Y no lo hace sólo con
palabras. El 12 de diciembre de 2012, por primera vez, un Papa publicó un tuit
a través de la cuenta @Pontifex abierta unos días antes. Algunos comparan este
gesto con la creación de Radio Vaticano por Pío XI. No todos lo aprueban,
temiendo una exposición del Papa a críticas y ofensas, pero Benedicto XVI está
convencido de una elección que va en el sentido de la nueva evangelización. Una
vez más, un Papa sabe aprovechar el potencial de las innovaciones tecnológicas
para llegar a personas que, de otro modo, quedarían excluidas del anuncio del
Evangelio. Pocas semanas después de que se abriera la cuenta, Benedicto XVI
renunció a su ministerio petrino, pero @Pontifex fue "reactivado" por
Francisco, que hoy -a través de sus tuits en 9 idiomas- llega cada día a más de
50 millones de seguidores. Si, por tanto, en los casi 8 años de pontificado
Benedicto XVI comunicó utilizando los más diversos lenguajes con creatividad y
valentía, en los casi 10 años como Papa emérito su comunicación ha asumido una
forma distinta, invisible pero no por ello menos eficaz: la forma del silencio
y de la oración.
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