31/03/2020

"TODOS O NINGUNO



"Todos o ninguno". Ahora contra el coronavirus. Todos a remar. Imprescindible. Cada uno en su sitio, con su remo.

"O todos o ninguno" (B. Brecht). ¡Qué verdad tan tangible hoy! Porque si hay un solo contagiado de coronavirus, en China, en España, en Estados Unidos, en Chad, en Chile, todos estamos en peligro. "Todos o ninguno". Todos seguros, todos vacunados, todos limpios; o todos amenazados, todos confinados, todos temerosos. Todos en la maldita lista del virus como su siguiente objetivo fatídico.
"Todos o ninguno" se traduce todos y cada unoCada sanitario que sale a trabajar, que aplica sus conocimientos, su profesionalidad, su empatía con los enfermos. Cada transportista que hace que lleguen mercancías, suministros, alimentos. Cada técnico que asegura el funcionamiento de las telecomunicaciones, de la red de Internet, hoy imprescindible. Cada trabajador que confecciona material sanitario: mascarillas, batas, respiradores. Cada fábrica que sigue activa, produciendo medicinas y productos de higiene. Cada tendero y cada cajera que mantiene la cadena de distribución de los bienes básicos. Cada policía que asegura el cumplimiento de las medidas y evita el pillaje. Cada trabajador de la funeraria, que acompaña con respeto y estupor momentos de una desolación indescriptible, un desconsuelo abrumador en medio de la impotencia. Cada familia que se queda en casa, con niños, con abuelos, sin saber cómo pagarán la hipoteca, las deudas, la alimentación del próximo mes. Cada palabra de consuelo y de ánimo. Cada lavado de manos. Cada escucha con empatía. Cada cesión en una convivencia continua, impuesta, aceptada, exasperante por momentos. Cada oración desde las entrañas compasivas, llenas de nombres, angustias, gritos, clamores y lágrimas.
Cada político que no piensa en las elecciones, en el rédito, en la ideología del partido, sino en  todos los ciudadanos. Cada político que dice la verdad, que reconoce los errores cometidos, que no entra en el insulto y la descalificación, que no se jacta de haber hecho todo siempre bien y la altura. Cada político que prescinde de autojustificaciones y ofrece soluciones. Cada político que toma decisiones difíciles, que se deja aconsejar por los técnicos. Cada político que antepone el bien común a cualquier ideología partidista, al beneficio de los "nuestros", frente a los "otros". Cada político que no se encierra en «nuestro programa», sino que se atiene al sentido común, a la cordura.
Y así diariamente, interminablemente, cada hora, cada minuto. Estamos aprendiendo una verdad esencial: «todos o ninguno». Por eso cada aportación, cada gesto, cada sacrificio, cada granito de arena cuenta, suma. Suman las donaciones, las transformaciones de las fábricas, las bolsas dejadas en la puerta del vecino, las llamadas telefónicas, la calma ante el pánico y la alarma desbocada. Suma seguir en el trabajo en «lo que se puede», con empeño, con
creatividad, reajustando, aprendiendo, contribuyendo al conjunto. Suma aportar por estar en la parte que construye, cuando hay tantas razones para criticar, derribar, protestar y exigir. Suma imponerse una rutina, suma hacer ejercicio en casa. Suma saber reír y llorar lágrimas de amor y esperanza.
La sociedad civil, la inmensa mayoría de los españoles están dando una lección: de humanidad, de responsabilidad, de coraje, de civismo, de solidaridad, de altura de miras, de capacidad de sacrificio, de ejemplaridad moral. Y algunos colectivos, como el sanitario, una lección de matrícula de honor. Porque ellos saben, mejor que nadie, aunque ahora todos los sabemos "todos o ninguno". Cada día cae esa responsabilidad sobre la abuela, el adolescente, el niño el enfermo, el contagiado, el que está en cuarentena preventiva, el empresario que no puede abrir su negocio, el que debe salir de casa aun a riesgo de exponer, día a día, a los suyos.
No pensemos que el coronavirus es nuestro problema, el de España, el de la Unión Europea, el de nuestro entorno, el que pone en jaque nuestro bienestar de primer mundo, amenazado por la crisis económica mundial de órdago, día a día más tenebrosa. "Todos o ninguno". El virus vino de lejos, de muy lejos, de China. Mientras siga activo, sea donde fuere, no estamos salvados, no estamos seguros, libres de amenaza. Aunque la pandemia ahora se ceba en Estados Unidos y en Europa, especialmente en Italia y España, el daño en los países con menos recursos sanitarios, mayor hacinamiento de la población y menores condiciones de higiene en los barrios pobres, como son las grandes urbes de América Latina, de África, de la India, es potencialmente mucho mayor. "Todos o ninguno". Si Italia no supera la crisis, España tampoco, y la Unión Europea tampoco. No podemos aislarlos indefinidamente. Pero si América Latina, África y la India no la superan, Europa, Estados Unidos, todos seguiremos bajo la amenaza del virus. «Todos o ninguno».
Es la hora de responsabilidad solidaria. De caer en la cuenta de lo que significa la unidad del género humano a nivel planetario. No tenemos otro planeta, limpio de coronavirus, en el que habitar. El planeta es la casa común, la única barca, en la que navegamos durante toda nuestra existencia. No seamos tan necios como para pensar que una vía de agua en la popa no nos afecta a los pasajeros de la proa. Que los pasajeros de primera clase somos inmunes a las enfermedades y desventuras de la tercera clase. ¡Qué estupidez tan grande! Como pensar que en España no iba a pasar lo que en Italia, que en Gran Bretaña no iba a suceder lo que en España, que en Estados Unidos no iba a suceder lo que en Europa.
"Todos o ninguno". Ahora contra el coronavirus. Todos a remar. Imprescindible. Cada uno en su sitio, con su remo. "Uno solo no puede salvarse" (B. Brecht).
Gabino Uríbarri Bilbao, SJ, es profesor de lacUniversidad Pontificia Comillas y miembro de la Real Academia de Doctores de España.
(Tomado de Elmundo.es)


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30/03/2020

Solos en la soledad (Diario de un pastor ante el Covid-19)



Arzobispo Castrense de España


Me hablan estos días de la soledad en que están muriendo muchos enfermos del coronavirus donde la presencia de acompañantes es imposible. A eso se une, la imposibilidad material, legislativa y sanitaria para llevar los auxilios espirituales a los moribundos y enterrar a nuestros muertos con el decoro y sentido religioso que requiere la dignidad de la persona. Al aislamiento físico, se une el del espíritu, cumpliéndose aquella máxima: “no hay mayor soledad que aquellos que mueren solos”.
Sin embargo, también me llegan noticias de las “manos amigas” de médicos, enfermeros y sanitario que, disimulando su propia tristeza, sacan sus mejores sonrisas, para que por medio de su cercanía al enfermo se despida de este mundo con lo mejor de nuestra humanidad: “Hacer feliz el último suspiro de la vida”. Nuestros profesionales de la salud muchas veces están haciendo de padre, madre, hijo, amigo… ante los ojos que se apagan de los enfermos de COVID-19.

Decir con el corazón

También me consta, como a donde no puede llegar un ministro ordenado, un sacerdote, muchos médicos y enfermeros cristianos ejercen su sacerdocio bautismal. ¿Cómo lo hacen? De muchas maneras, a veces con un relato de humor que producen pequeños momentos de regocijo, otras recodándoles al Señor Jesús, a la Virgen o los Santos conocidos y no faltará una invitación al enfermo a que confíe en la misericordia divina, haciendo el Acto de contrición y rezando la Comunión espiritual. Todo un ministerio de amor y reconciliación que llena de contenido religiosos los últimos momentos de la vida del enfermo. Estamos convencidos que aquello que se hace y se dice con el corazón, toca a Dios y reconforta el alma del agonizante.
Ahora bien, no deberíamos olvidar un factor decisivo que es el misterio la gracia divina que actúa en el alma de cada criatura que viene a este mundo. Benedicto XVI decía: “El hombre que cree en Dios no está solo, ni siquiera en la hora de muerte” (Homilía 13.9.2016). Cuando la “película de la vida” pasa por la mente del moribundo, por muy grande que hayan sido sus desaciertos, mayor es el empeño del Señor para que ese hijo suyo pueda entrar en “el paraíso”, solo “basta una palabra y su alma quedará sana” (cf. Lc 23,4; Mt 8,8).
Porque como dijo el Papa Francisco en su Homilía del pasado domingo Quinto de Cuaresma: “Jesús no puede mirar a la gente y no sentir compasión. Sus ojos miran con el corazón… es capaz de llorar… Pienso en tanta gente que llora: gente aislada, gente en cuarentena, los ancianos solos, personas hospitalizadas y personas en terapia, padres que ven que, como no reciben la paga, no podrán dar de comer a sus hijos. Mucha gente llora. Nosotros también, desde nuestro corazón, los acompañamos. Y no nos hará mal llorar un poco con el llanto del Señor por todo su pueblo”.

 


Vía Crucis (El Camino de la Cruz)           

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29/03/2020

El domingo 5 de abril (Domingo de Ramos) coloquemos una rama verde en la puerta de la casa

Hola hermanos!

Una sugerencia... que tal si todos el domingo 5 de abril por la mañana, pusiéramos una rama en la puerta de la casa o en la ventana, para celebrar con fervor el domingo de Ramos.

Podría ser cualquier rama verde que consigas.

Esto serviría para, a pesar del aislamiento social, estar conectados en las ceremonias de la Semana Santa.

Quien se une?

Estamos aislados pero nunca separados... unidos con la iglesia de Cristo!

Somos la Iglesia.



LA RECETA ESPIRITUAL: En Dios estamos seguros


La necesidad de seguridad es uno de los componentes básicos de la vida humana, según nos describe Abraham Maslow, fundador y principal exponente de la psicología humanista, en su teoría de las necesidades básicas.

El ser humano necesita sentirse seguro y más que nunca en este tiempo en donde la vida se ve amenazada a nivel global. Teniendo en cuenta que quien nos amenaza es un enemigo silencioso e invisible, contra el que ni los gobiernos con la fuerza militar y policial, ni la ciencia, han encontrado, hasta el momento, la forma exacta de hacerle frente. 

Pero en medio de la incertidumbre que puede generar la no satisfacción básica de sentirnos seguros humanamente hablando, podemos poner el oído en la Palabra de Dios que nos dice: "Porque no hay nada imposible para Dios" (Lc 1, 37), " No se angustien, confíen en Dios y confíen también en mí"(Jn 14,1), "¡Animo!: yo he vencido al mundo" (Jn 16, 33)

¡Ánimo queridos hermanos y hermanas¡ El Señor es nuestro escudo, a Él nos acogemos y le entregamos nuestra causa. A pesar de la gran amenaza que supone la pandemia, tenemos un Dios GRANDE, FUERTE y PODEROSO en el que estamos seguros. 

Cantemos con el salmista: "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿A quién temeré? El Señor es el refugio de mi vida, ¿Quién me hará temblar?" (Sal 27,1)

En Jesús y María: P. Cairo

¡POR FAVOR, QUÉDATE EN CASA!

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27/03/2020

Breve Catequesis sobre la BENDICIÓN EXTRAORDINARIA Urbi et Orbi


Hoy, viernes 27 de marzo, a la 1:00pm hora de Dominicana (6:00pm hora de Roma) el Papa Fracisco, Sucesor del  Apóstol Pedro,  impartirá de modo  extraordinario la bendición Urbi et orbi.
A continuación una breve catequesis en 5 preguntas sobre esta  Bendeción.

1.- ¿Qué es la bendición Urbi et orbi?
Urbi et orbi significa "a la Ciudad (Roma) y al mundo" .
Generalmente el Papa la imparte dos veces al año: en Navidad y en Pascua. Adicionalmente la imparte tras ser electo como Romano Pontífice.
Hoy viernes 27 de marzo la impartirá de modo extraordinario con motivo de la pandemia.
La característica fundamental de esta bendición extraordinaria,  es otorgar la REMISIÓN por las penas debidas a causa de los PECADOS cometidos.

2.- ¿Hay alguna referencia en la Biblia?
Esta bendicion y la idulgencia (perdón) que contiene,  se sostiene bíblicamente EN LAS PALABRAS DE CRISTO dirigidas a san Pedro, el primer Papa, en Mateo 16,19 y Mateo 18,18:  “Lo que ates en la tierra, será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos”.  "Todo lo que ates [prohíbas, declares impropio e ilegal] en la tierra [ya] habrá sido atado en el cielo;  y todo lo que desates [permitas, declares lícito] en la tierra [ya] habrá sido desatado en el cielo".

3.- ¿Qué indulgencia (perdón) se otorga?
Ordinariamente se  confiere una indulgencia plenaria bajo las condiciones determinadas por el Derecho Canónico: haberse confesado,  comulgado, y no haber caído de nuevo en pecado mortal.
La culpa por el pecado es remitida por el Sacramento de la Confesión, de manera que la persona vuelve a estar en gracia de Dios, por lo cual se salvará si no vuelve a caer en pecado mortal...;
....pero la pena debida por esos mismos pecados debe ser satisfecha, es decir, se debe reparar y compensar el desorden introducido por el pecado, lo cual se lleva a efecto por medio de la penitencia impuesta en el sacramento, por medio de otras obras buenas como por ejemplo la caridad y, en último caso despues de morir en el purgatorio.  Y LA INDULGENCIA PLENARIA REMITE ESA PENA.

4.- ¿Se puede recibir la Bendición por los medios de comunicación y obtener la indulgencia?
De acuerdo a la fe de la Iglesia, los efectos de la bendición  Urbi et orbi se cumplen para toda  aquella persona que la reciba con fe y devoción, incluso si la recibe a través de los medios de comunicación (televisión, radio, internet, etc.). Por lo tanto, todos los fieles que reciben la bendición a través de los medios de comunicación, pueden ganar la indulgencia plenaria que otorga la bendición cumpliendo con las condiciones habituales.

5.- ¿Cómo es el ritual de la bendición?
Regularmente las bandas del Ejército italiano y de la Guardia Suiza interpretan el Himno de Italia y la Marcha Pontificia que es el Himno de la Ciudad del Vaticano. Sin embargo, en esta ocasión la plaza estará vacía.
Concluidos los himnos, el cardenal protodiácono anuncia que el Papa, Sucesor del Apostol Pedro, impartirá la bendición, e informa de la indulgencia y de las condiciones para ganarla.
Luego el Papa hace las invocaciones previas contenidas en la fórmula, que se responden con “Amén”,  e imparte la bendición haciendo sobre el pueblo tres veces la señal de la cruz.
La formula de la oración con la que el Papa imparte esta bendición, es al mismo tiempo una fórmula sencilla y profunda. La formula es la siguiente:
“Que los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en cuyo poder y autoridad confiamos, intercedan por nosotros ante el Señor."
R// Amén.
"Que por a las oraciones y los méritos de santa María, siempre Virgen, de san Miguel Arcángel, de san Juan el Bautista, de los santos Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los Santos, Dios todopoderoso tenga misericordia de ustedes y, perdonados todos sus pecados, los conduzca por Jesucristo hasta la vida eterna."
R.// Amén.
"Que el Señor omnipotente y misericordioso les conceda la indulgencia, la absolución y la remisión de todos sus pecados, tiempo para una verdadera y provechosa penitencia, el corazón siempre contrito y la enmienda de vida, la gracia y el consuelo del Espíritu Santo y la perseverancia final en las buenas obras."
R.// Amén.
"Y la bendición de Dios omnipotente, Padre,+ Hijo+ y Espíritu Santo+ descienda sobre ustedes y permanezca para siempre."
R. Amén.

Así que hoy, viernes 27 de marzo, a la 1:00pm (o el horario en tu país),  a través de la TV (ewtn...), de la radio de intenet, participemos y recibamos con mucha fe y devoción esta bendición.

Después de recibirla,  recemos el Credo, síntesis de nuestra fe. Y también un Padrenuestro, un Avemaría con el Gloria por las intenciones del Papa.


Credo:

Niceo-constantinopolitano:
Creo en un solo Dios,
Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre ante de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempo de Poncio Pilato,
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
AMÉN.

De los Apóstoles:
Creo en Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia y gracia del Espíritu Santo,
nació de santa María Virgen
padeció bajo el poder de Poncio Pilato
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
AMÉN.

AVE MARÍA (Lc 1, 2842)

         Alégrate María: llena eres de gracia; el Señor está contigo; bendita tu eres entre todas las mujeres; y bendito es el  fruto de tu vientre: Jesús.

         Santa María, madre de Dios: ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 

GLORIA AL PADRE... y al Hijo y al Espíritu Santo.

Como era el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos.  AMÉN.



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Rezar el Padrenuestro en tiempos del coronavirus


por José Antonio Pagola


La oración del Padrenuestro es una oración breve. La única que Jesús dejó en herencia a sus seguidores. Es una oración extraña. La rezan todos los cristianos, pero no habla de Cristo. Se reza en todas las iglesias, pero no se menciona a ninguna iglesia. Los católicos la pronuncian en la misa del domingo, pero no dice nada de ninguna religión. Como dice J. D. Crossan, es “una oración revolucionaria que proclama una nueva visión de la historia. Se trata de un manifiesto radical y un himno de esperanza en un lenguaje dirigido a toda la tierra”.

PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

Tú eres nuestro Padre, recuerda que todos somos tus hijas e hijas. Estás en los cielos porque eres de todos. No estás ligado a ningún templo, ni a ningún lugar sagrado de la tierra. No perteneces a un pueblo ni a una raza privilegiada. No eres propiedad de ninguna religión. No eres solo de los buenos. Todos te podemos invocar como Padre.

SANTIFICADO SEA TU NOMBRE

Es nuestro primer deseo en estos momentos dolorosos para toda la humanidad. Que tu nombre de Padre sea reconocido y respetado. Que nadie lo desprecie haciendo daño a tus hijos e hijas. Que no perdamos nuestra confianza en Ti. Que sean desterrados los nombres de todos los dioses e ídolos que nos deshumanizan. El dinero que nos divide y no nos deja ser hermanos; la violencia que alimenta nuestras guerras; el poder que nos lleva a despreciar a los débiles.

VENGA TU REINO

Si Tú reinas entre nosotros, reinarán en la tierra la justicia, la igualdad y la paz. Nos podremos enfrentar juntos a los problemas del planeta. Unidos como hermanos y hermanas venceremos a las pandemias que puedan afligir a la humanidad. Que no reinen los ricos sobre los pobres; que los pueblos poderosos no abusen de los débiles; que los varones no dominen a las mujeres. Que venga tu reino y reine en la tierra la fraternidad.

HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO

Que se haga tu voluntad y no la nuestra. El coronavirus nos está descubriendo que en la tierra todo está inacabado, todo lo vivimos a medias. No queremos aprender que los humanos somos seres frágiles y vulnerables, que no podemos alcanzar aquí la plenitud que desde lo más hondo de nuestro ser todos anhelamos. Padre, solo podemos confiar en tu Bondad insondable. Que no se haga pues lo que queremos nosotros, movidos por el egoísmo, el consumismo y nuestro bienestar. Que se haga lo que Tú quieres, pues siempre buscarás el bien de todos.
Una mujer reza en una iglesia de Manila (Filipinas) –  EFE/EPA/MARK R. CRISTINO

DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA

Que en estos momentos tan duros para el mundo, a nadie le falte el pan. No te pedimos dinero ni bienestar, no queremos riquezas para acumular. Solo te pedimos para todos el pan de cada día. Que esta pandemia del coronavirus nos recuerde para siempre que lo primero de todo es la vida: que los hambrientos puedan comer, que los pobres dejen de llorar, que los países del bienestar acojamos a los migrantes y refugiados para que puedan sobrevivir y tener un hogar.

PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS

Padre, perdona nuestras deudas: nuestra indiferencia, nuestra incredulidad, nuestra resistencia a confiar en Ti. A lo largo de estos años, todos hemos cambiado mucho por dentro. Nos hemos hecho más críticos, pero también menos consistentes. Más indiferentes a todo lo que no sea nuestro bienestar, pero más vulnerables que nunca ante cualquier crisis. No nos resulta fácil creer, pero se nos va a hacer difícil no creer en nada. Padre, perdónanos y despierta nuestra vida interior.

COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES

En estos momentos en que vivimos sobrecogidos al descubrir la impotencia que todos sentimos ante ese límite inevitable de la muerte, también nosotros queremos perdonarnos mutuamente, unos a otros. No queremos alimentar ni rechazos ni resentimientos contra nadie. Queremos vivir esta dura experiencia como hermanas y hermanos.

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN

Somos débiles y limitados. Lo estamos experimentando ahora más que nunca. Estamos siempre expuestos a tomar decisiones y cometer errores que pueden arruinar nuestra vida y la de otros. Por eso, no nos dejes caer en la tentación de olvidarte y rechazarte a Ti, Padre. Despierta en nosotros la confianza en tu bondad. Te necesitamos más que nunca. Tú puedes abrir caminos para encontrarte con cada uno de nosotros: creyentes y no creyentes, ateos o agnósticos. Que todos podamos sentir tu fuerza callada pero eficaz en nuestro interior.

Y LÍBRANOS DEL MAL

Somos responsables de nuestros errores, pero también víctimas. El mal y la injusticia no están solo en nuestras personas. Están también en las estructuras y las instituciones, en las políticas y las religiones. Por eso, terminamos nuestra oración con un grito: ¡Padre, arráncanos del mal! Un día, esa felicidad plena que todos anhelamos se hará realidad. Las horas alegres y dichosas que hemos disfrutado en la tierra y también las experiencias amargas y dolorosas que hemos vivido; el amor, la justicia y la solidaridad que hemos sembrado, y también los errores y torpezas que hemos cometido… Todo será transformado en felicidad plena. Ya no habrá muerte ni dolor. Nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Un texto cristiano escrito en una de las primeras comunidades pone en boca de Dios estas palabras: “Al que tenga sed, yo le daré gratis del manantial de la vida” (Apocalipsis 21,6). “Gratis”, es decir no por nuestros méritos; “al que tenga sed de vida”, ¿y quién no tiene sed de vida eterna? Cada uno ha de decidir cómo quiere vivir y cómo quiere morir. Yo creo y confío en que el misterio último de la realidad, que algunos llamamos “Dios”, otros “Energía”, otros “lo Trascendente” y otros “nada”, es un Misterio de Bondad en el que todos encontraremos la Plenitud de nuestra existencia.
AMÉN.



(Publicado en vidanuevadigital.com)




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26/03/2020

55 aniversario de ordenación sacerdotal

Damos gracias a Dios por el 55 aniversario de ordenación sacerdotal de Mons. Felipe Núñez, obispo emérito de Barahona. Gracias Mons. Felipe por sus años de servicio a la Iglesia. Que El Señor le siga gratificando en bendiciones. 

¡Felicidades Mons. Felipe!


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CUARENTENA MUNDIAL

Mons. Francisco Ozoria comparte reflexiones en torno a al momento de crisis que vive nuestro país y en el mundo a causa del Coronavirus

Mons. Francisco Ozoria Acosta

Santo Domingo.- En celebración por las Patronales de la Catedral Primada de América, el Arzobispo de Santo Domingo, Mons. Francisco Ozoria Acosta compartió algunas reflexiones en estos momentos de crisis que vive nuestro país y en el mundo a causa del Coronavirus.
La Eucaristía presidida por  Mons. Ozoria Acosta y concelebrada por  Rvdo. P. Abraham Apolinario Vicario General del Arzobispado de Santo Domingo y el Rvdo. P. Nelson Clark Rector de la Catedral Primada de America, asi como también el Rvdo. P. Teófilo de la Cruz.

En su homilía el Arzobispo destacó la necesidad de la colaboración de todos para poder alcanzar el bien común y hacerlo sostenible en los meses que pueda durar esta crisis.

De igual modo recordó cinco grandes principios de la Doctrina Social de la Iglesia: la dignidad humana, el bien común, el destino universal de los bienes, la subsidiaridad y la solidaridad.

La dignidad humana:  Cualquier decisión que tomemos de manera personal o comunitaria, debe dar prioridad a la dignidad y a la vida de las personas, que valen más que las cosas. En este momento histórico concreto, esa verdad fundamental ha de brillar con más resplandor. Las medidas que tomemos deberán garantizar la supervivencia de las familias, en primer lugar, las más pobres.

El bien común:  Es vital destacar este principio. Mientras más delicada sea la situación, más se necesitará de establecer criterios claros de equidad y de prioridad, para el acceso a las pruebas de laboratorio, el uso de mascarillas, guantes y material de protección. Necesitamos la colaboración de todos para poder alcanzar el bien común y hacerlo sostenible en los meses que pueda durar esta crisis. La responsabilidad de edificar el bien común es responsabilidad de las personas particulares y del Estado, porque el bien común es la razón principal de la autoridad política.

Destino universal de los bienes: El tercer principio que nos propone la Iglesia es el destino universal de los bienes. Según este principio, “los bienes, aun cuando son poseídos legítimamente, conservan siempre un destino universal”.

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Al comienzo Dios confió la tierra y sus bienes a la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (Génesis 1, 26-29).

La Subsidiaridad: El cuarto principio que nos ha de guiar es el de la subsidiariedad. La doctrina social de la Iglesia lo describe así: “Todas las sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda («subsidio»), por tanto, de apoyo, promoción y desarrollo respecto a las menores.

Si bien la principal responsabilidad en estos momentos recae sobre el Estado, de nada servirán sus medidas si no cuenta con la acción responsable de las instituciones de la sociedad y de cada individuo.

La Solidaridad: La doctrina social de la Iglesia nos explica que la solidaridad se vincula internamente con el destino universal de los bienes y el bien común, llevando a la práctica de cada día la igualdad en la fraternidad de todos los hombres. Mediante el ejercicio de la solidaridad todos somos responsables de los demás.

Los primeros cristianos nos dieron un ejemplo muy claro. En el libro de los Hechos de los Apóstoles nos dice que nadie pasaba necesidad, porque “se repartían de acuerdo con lo que cada uno de ellos necesitaba” pues “nadie consideraba como suyo lo que poseía, sino que todo lo tenían en común” (Hechos 2, 45 y 4, 32).

Dicha solidaridad se traduce en compartir los bienes que tenemos con los que padecen las carencias de cosas y de alimentos, por causa de la pandemia.
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Al concluir fue reiterada a la ciudadanía la necesidad de que todos permanezcan en sus casas, se invitó a cooperar con las medidas tomadas por el Estado.

 La Eucaristía se llevó a cabo en ocasión de las Patronales de la Catedral Primada de América en la Solemnidad de Nuestra Señora de la Encarnación.

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Comunicación y Prensa
Arquidiócesis de Santo Domingo


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